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Huesca en bici

Reconozco que hasta hace bien poco no solía coger la bicicleta, mucho menos por el centro de la ciudad.

Pero desde hace unas semanas suelo coger mi bicicleta y recorro, casi siempre con el mismo recorrido, huesqueta. Para ello utilizo, en aquellas calles donde lo hay, el carril - bici. Desde los primeros días, en los que me forjé una opinión, sigo manteniendo que Huesca no es ciudad bicicletas, o quizás mejor dicho, para ciclistas. No deja de sorprenderme como es posible que estos carriles, que suelen estar pintados de verde sino se han desgastado, se corten, desaparezcan o, incluso,  cambien de sentido. Uno de los primeros ejemplos que encuentro poco después de empezar el recorrido, está en la rotonda que separa la Calle Tarbes del Hotel ABBA. Puede resultar complicado e incluso peligroso cruzar esta rotonda, debiendo tener en cuenta que termina el carril bici justo en una intersección con paso de peatones incluído. ¿Y qué? dirán ustedes. Independientemente de lo brusco que puede resultar ir por tu carril y llegar de repente a su fin para tener que incorporarte a la calzada, vigilando que no se te lleve el que viene por tu izquierda o por detrás, y sólo así poder atravesar la rotonda para volver a entrar en el carril del que nunca debiste salir, no está de más tener presente que como normal general, las bicicletas no deben cruzar por los pasos de peatones, pues éstos son para los viandantes. Así lo establece el Reglamento General de Circulación, que dispone: "La circulación de toda clase de vehículos en ningún caso deberá efectuarse por las aceras y demás zonas peatonales. (Artº.: 121.5)". A pesar de tener suerte y no encontrarnos con un agente con poco sentido común, que termine aplicando el código a raja tabla, aún nos queda trayecto. Y así, como una carrera de obstáculos, lo mismo ocurre en la Plaza Santa Clara, donde debiendo ir (si queremos ser puristas) por la calzada de la rotonda para terminar incorporándonos al carril bici que se encuentra, en sentido contrario a nuestra marcha si venimos del Burguer, debemos extremar la precaución para realizar dicha maniobra. Bien porque en Huesca, no es deporte detenerse en los pasos de peatones, bien, porque (salvo gratificantes excepciones) cuando extiendes el brazo, en vez de interpretarlo el conductor como un intento de cambio de dirección, suele asimilarse como un saludo, del que además no recibirás contestación ¡cuánto mal educado me estoy encontrando!. Vivos, aún, en la jungla de asfalto y tras recorrer la Ermita de Salas, Perpetuo.... no sin antes haber tenido que avisar al peatón de delante que se aparte porque no puedo pasar (tampoco tiene culpa, no tiene acera, sólo carril bici, en el que además cuenta con prioridad) llego al Parque de la Universidad. Su carril bici, frente la Escuela Oficial de Idiomas, tiene más agujeros que un queso gruyere. Lo mismo ocurre con el situado en la Calle Ana Abarca de Bolea, cerca de Policía Local. Y así, tras una aventura que me causa algo más que sudor, llego a casa todos los días con la misma conclusión, ¡Ir en bici en Huesca es toda una aventura!

Illich Luis Ajates

 
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