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El museo del laboratorio subterráneo de Canfranc abre sus puertas

Cámaras de niebla o detector de muhones divulgan de forma didáctica el trabajo de este centro de referencia internacional

Este miércoles abre sus puertas el museo del Laboratorio Subterráneo de Canfranc. Es una apuesta del Consorcio que gestiona este espacio de investigación, formado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España, el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza. Es el único centro subterráneo dedicado al estudio de astropartículas en España y se ha propuesta divulgar su trabajo para el público no iniciado en estos aspectos de la ciencia, porque como dice su director, Carlos Peña, “todo el mundo tiene el derecho y quizás también la obligación de conocer mejor el mundo en el que vivimos”.

El museo estará abierto de miércoles a domingo a las 18 horas. Las visitas se dirigen a mayores de 14 años duran una hora y media y cuesta 3 euros.

“Esta idea arranca cuando trabajamos en la renovación de la Casa de los Abetos, la primera casa que albergó a los forestales e ingenieros que estuvieron estudiando la plantación de árboles para evitar aludes sobre la Estación”, explica Peña. “Allí hemos colocado instrumentos que permitirán a los visitantes ver partículas invisibles a los ojos. Tenemos una cámara de niebla, el instrumento que se utilizó para ver las primeras partículas hace 100 años. Hoy es un instrumento desfasado para la actividad científica pero que deja ver cómo un electrón deja una traza cuando pasa, o cómo cada persona puede interpretar los tipos de partículas”. Entre los aparatos que estarán a disposición del público habrá un interferómetro “para entender cómo se miden las ondas gravitacionales”, o un detector de muhones. Hay también una serie de vídeos y paneles explicativos.

“El objetivo es que la gente pueda entender las cosas fantásticas que hacen equipos de investigadores que vienen de todo el mundo para trabajar en esta joya que tenemos dentro de la montaña que es el Laboratorio”, explica el investigador y responsable del Laboratorio, Carlos Peña, que se atreve a garantizar que “cualquiera que venga va a poder entender qué es este mundo de las partículas y cómo se detectan.”

El Consorcio ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Canfranc para que facilite personal que pueda guiar la visita. Durante las últimas semanas los científicos del Laboratorio han formado a guías turísticos de Canfranc para que puedan responder a algunas de las preguntas que planteen los visitantes. También pondrán en marcha una vía de comunicación a través de internet para que los propios científicos respondan las dudas e inquietudes de los visitantes.

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC) es el único de sus características en España, y el segundo más grande de Europa. El LSC combina en la actualidad investigaciones sobre la naturaleza de los neutrinos y de la materia oscura con estudios de Big Data para desentrañar la dinámica de comunidades bacterianas, la evolución de elementos repetitivos del genoma o la interacción ente radiaciones y procesos biológicos.

Actualmente, en el laboratorio se realizan estudios avanzados de varios fenómenos geodinámicos a escala local, regional y global. Por otro lado, se estudia si la roca contiene microorganismos vivos o ADN reliquia de la formación de los Pirineos a partir de sedimentos marinos, hace decenas de millones de años.

Un laboratorio a 850 metros bajo tierra

El Laboratorio de Canfranc es una instalación científica subterránea instalada bajo el Pirineo aragonés, a unos 850 metros de profundidad. Esa localización, bajo el monte Tobazo, posibilita un entorno de bajo fondo radiactivo ideal, y permite el aislamiento de los rayos cósmicos, condiciones indispensables para realizar experimentos acerca de la física de partículas y astro partículas. El laboratorio en sí también puede visitarse pero en este caso es necesario reservar la visita.

Su historia comenzó en el año 1985, cuando el Grupo de Investigación de Física Nuclear y de Astro partículas de la Universidad de Zaragoza decidió establecerlo en su actual localización. Años más tarde, el apoyo gubernamental y la construcción de un nuevo túnel hicieron posible realizar ampliaciones del espacio experimental disponible, hasta tener una nueva galería experimental de 6.300 m3 de capacidad, a unos 2.500 metros de profundidad equivalente en agua, junto con otro laboratorio de ultra bajo fondo de 1.125 m3, entre otras mejoras en las instalaciones.

 
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