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Íntimo recital de voz y tecla en el Festival Camino de Santiago

Olalla Alemán y Luis Antonio González actuaron la noche del día de la Virgen de la Asunción en Santa Cruz de la Serós, un nuevo concierto del XXVII Festival Internacional en el Camino de Santiago. Se trataba de un recital de voz y tecla —pues fueron clave y órgano— dedicado a músicas “a lo divino y a lo humano” —o profano— de los siglos XVI y XVII, muchas de las cuales raras veces se pueden escuchar. El uso de dos instrumentos de tecla diferentes y complementarios —como el clave y el órgano de cámara— en combinación con la voz, propone atmósferas particulares y variadas, en un repertorio amplio de diferentes tipos —amoroso, religioso…— pero caracterizado en general por su intimismo.

En la Iglesia de Santa María se pudieron escuchar algunos de los más grandes compositores de los siglos XVI y XVII activos en Italia y España: desde el flamenco Cipriano de Rore que trabajó en diversas cortes italianas, o el castellano Antonio de Cabezón, que como organista del emperador Carlos V y del rey Felipe II viajó por toda Europa, hasta Claudio Monteverdi, su discípulo Alessandro Grandi y su colega Benedetto Ferrari, o los españoles Francisco Correa de Arauxo y Pablo Bruna, el en su día célebre ‘ciego de Daroca’.

Miembros ‘de plantilla’ del conjunto Los Músicos de Su Alteza, Olalla Alemán y Luis Antonio González ofrecieron un concierto mimado, cargado de detalles, con algunas piezas breves pero solemnes, que hicieron las delicias del público que llenó y aplaudió en la Serós. El repertorio escuchado exploró música vocal y de tecla de diferentes géneros: piezas litúrgicas y paralitúrgicas, madrigales y canciones, junto con tientos y diferencias, “procedente de dos tradiciones musicales, la italiana y la española, diferentes pero con notables puntos en común e importantes conexiones culturales históricas. Todas las piezas vocales se caracterizan por un uso retórico de textos y música, que forman un todo indivisible en aras de la expresión y la emoción”, destaca Luis Antonio González.

La intimidad de la velada fue más que celebrada, un lujo sonoro para la poesía y la sugerencia. El concepto retórico de la música, “entendida como un discurso que ha de ser elocuente, también está presente en las piezas instrumentales, puesto que cualquier obra musical, con palabras o sin ellas, se entendía en aquellos siglos como un discurso. Para resaltar esta conexión entre lo vocal y lo instrumental —destaca González— hemos buscado, además, algunas obras de las que existe una versión vocal original y una versión instrumental posterior, como sucede con el madrigal de Cipriano de Rore ‘puesto en la tecla’ por Cabezón, o en el Canto llano de la Inmaculada Concepción del que Correa de Arauxo escribió unas glosas para órgano”.

Para la consolidada y reconocida formación, la música antigua, “que hace cuarenta años era algo exótico —y casi misterioso— se ha integrado a las programaciones convencionales de conciertos —auditorios, ciclos…—, y su enseñanza ha ido entrando en los conservatorios. Puede decirse que hay un verdadero auge: muchos estudiantes, muchos músicos con buena formación técnica, público receptivo… Pero también hay, quizá, el peligro de una mayor estandarización —y menos investigación-— que hace algunas décadas. En cualquier caso, y sin aventurar perspectivas de futuro, hay un buen presente, al que contribuyen festivales como éste”.

 
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