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El miércoles de ceniza inicia la Cuaresma en la diócesis de Barbastro-Monzón

Las secciones de instrumentos de las cofradías de Barbastro participan en este acto religioso que se celebra en la Catedral

El Obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, preside este miércoles en la Catedral, a las 20,30 horas, la ceremonia religiosa de la imposición de la ceniza. En esta celebración participarán las cofradías de Semana Santa de Barbastro con las secciones de instrumentos que anunciarán el inicio de la Cuaresma. Se trata de un acto previo a la Semana Santa de Barbastro, declarada de Interés Turístico Nacional.

Las secciones de instrumentos de las cofradías de Ntra. Señora de La Merced, Jesús Atado a la Columna, Ntro. Padre Jesús Nazareno y Santo Sepulcro y Ntra. Señora de La Soledad, se reunirán en la Plaza del Mercado para desfilar hacia la Catedral. El recorrido se iniciará a las 20:15 horas, transitando por la calle Argensola, plaza Palacio y San José de Calasanz. La Hermandad del Santo Cristo de la Agonía y de Ntra. Madre Dolorosa partirá desde la Vía Taurina y la Cofradía del Descendimiento saldrá desde la Plaza de la Candelera para llegar a la Catedral.

Los católicos están a punto de comenzar a vivir el tiempo de liturgia que invita a preparar la Pascua. Y puesto que la Pascua es la fiesta grande de la Iglesia, la preparación también es larga; de ahí las cinco semanas que dura la Cuaresma.

Comienza este miércoles, con la celebración del miércoles de ceniza. En todas las misas, tras la lectura del Evangelio, se impondrá la ceniza en la cabeza de los fieles, como signo de cambio.

La frase “Polvo eres y en polvo te convertirás”, que se pronuncia al depositar la ceniza sobre la cabeza de los fieles, ha ido cambiando a favor de “Convertíos y creed en el Evangelio”. Este gesto tiene varios significados: la ceniza evoca la destrucción por el fuego o por la descomposición, la muerte. Evoca también el pecado, con la necesidad de misericordia y perdón. Y recuerda finalmente el fuego que quema y purifica, permitiendo que, después, crezca semilla nueva. De ahí la invitación a andar por otro camino y creer en el Evangelio.

Para que, al final de la Cuaresma llegue la resurrección, los cristianos deben ir muriendo a cosas que no les dejan vivir. Para ello se servirán del ayuno, la oración y la limosna. El ayuno como dominio sobre las cosas; la oración, como esfuerzo de llevar la vida a Dios y Dios a la vida; y finalmente, la limosna, como forma de descubrir el sentido del compartir.

 
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