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Fallece Manolita Diego, “madre de tres generaciones en Jaca”

Su famoso kiosko del Paseo de Constitución fue punto de encuentro de los jacetanos

Este jueves fallecía a los 95 años de edad Manolita Diego Diego, mujer muy querida en Jaca que, durante más de 50 años, regentó el famoso kiosko que llevó su nombre en el Paseo Constitución. Primero como “barquillera” en la puerta del ayuntamiento, y después con su kiosko en el parque de Jaca, Manolita ha sido un referente para cientos de jacetanos. La familia realiza su despedida este viernes día 12 a las 17 h en el tanatorio “Pirineos” del Llano de La Victoria de Jaca.

Tres generaciones pasaron por ese kiosko, la conocieron y conversaron horas y horas con ella, y es que, como se decía el pasado mes de enero en el homenaje que el Casino Unión Jaquesa dedicaba a la historia de la hostelería en Jaca, Manolita fue “como a una madre” de hasta tres generaciones. Este cariño también se hizo patente con el reconocimiento de la asociación Acomseja, que hace tres años le obsequió con una distinción.

Muchas personas han escrito en estos últimos años acerca de la figura de “Manolita”, uno de ellos Carlos Iglesias que, a modo de ejemplo, resume el sentir de varias generaciones.

Iglesias señalaba que “para algunas personas, la historia de las ciudades sólo se escribe mediante grandes gestas militares o acontecimientos de gran repercusión internacional. Los parques, plazas, calles de muchas ciudades están jalonadas por figuras ecuestres de grandes generales que salvaron a la ciudad de asedios o se enfrentaron a los enemigos infringiéndoles grandes derrotas”.

Apuntaba que “han sido muchas las generaciones de jacetanos y jacetanas que recuerdan ese kiosco, primero en las escalinatas y luego en el propio paseo como un lugar de encuentro, de confidencias, de refugio, un sitio seguro, amigo, donde escuchar y ser escuchado. Muchos de estos jaqueses todavía residen en Jaca y otros están actualmente afincados donde la vida y las circunstancias les han llevado, pero todos ellos recuerdan con cariño y agrado esas tardes en el kiosco. Cuántas confidencias de ésas que no se las podías contar a tu madre ha escuchado Doña Manolita de todos nosotros; cuántos berrinches ha mitigado cuando entre sollozos escuchaba que "aquel chico no me mira" o "esa chica se ha ido con otro"; cuánta paciencia y comprensión ha derrochado a lo largo de todos estos años y cuantos consejos habrá repartido en toda su vida detrás de aquel mostrador del kiosco. Y todo eso para que quizás con suerte en toda la tarde del domingo, hubiéramos gastado 5 pesetas en dos helados o una bolsa de patatas”.

Igleisas en su relato recordaba las “largas tardes de paseo jalonan nuestros recuerdos, dando vueltas para ver a esa chica que nos hacía tilín o a ese chico nuevo que había llegado en aquel verano. Hace poco una de mis compañeras de entonces que ha recorrido medio mundo y ahora esta afincada en Suiza, me decía: ¿Sabes qué es lo que más echo en falta de mi juventud, lo que nos "aburríamos", paseando en Jaca los domingos por la tarde. Desde el kiosco de doña Manolita al rompeolas. ¡¡Qué nostalgia siento de aquellos años!!. Una historia pequeña, sí, pero viva en los recuerdos de muchos jacetanos y jacetanas y todavía reciente en la memoria colectiva de muchas generaciones”.

 
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