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Los jesuitas dejarán la iglesia de la Compañía a final de curso

Durante muchos años han gestionado un aula de teología donde se daban cursos para seglares<br>

Los cuatro sacerdotes jesuitas, pertenecientes a la Compañía de Jesús en Huesca, apuran sus últimos meses en la capital oscense. La reorganización que se está llevando desde 2014 en toda España, ha llevado a integrar en una sola las distintas provincias jesuíticas, y ello conlleva el cierre de las pequeñas residencias, como la de Huesca, en la que quedan tan solo 3 o 4 jesuitas. Se cerrará así una larga historia de presencia de esta orden en la capital oscense durante algo más de 400 años.

El padre Millán Arroyo, actual responsable que tiene 89 años, asegura que se van a ir con un gran cariño a todo el pueblo de Huesca. En el momento en que abandonen la ciudad, los jesuitas entregarán la iglesia de San Vicente el Real, conocida como la Compañía, a la diócesis de Huesca, que la asumirá y que deberá darle algún uso.

Hay que recordar que en 1.605 fue cuando llegaron los primeros jesuitas, dos, a Huesca. Un novicio jesuita viudo dejó en su testamento una herencia para que se fundase un colegio en Huesca. En 1.610, el entonces obispo le entregó a la Compañía de Jesús la iglesia de San Vicente, que estaba ubicada en el solar donde se encuentra el templo en la actualidad. Un pleito sobre la propiedad, que se zanjó 8 años después, retrasó su establecimiento en Huesca, y no pudieron asumir la iglesia hasta el año 1.618.

El objetivo principal era fundar un colegio. Empezó de forma muy modesta, junto a la actual iglesia, y allí se enseñaba gramática, retórica, elocuencia y preparación humanística. Posteriormente, la Universidad de Huesca pidió a los jesuitas que participasen en la Universidad. La integración en ella del colegio-escuela, tuvo lugar finalmente en 1.683, mediante un concierto entre la Compañía de Jesús, el ayuntamiento de Huesa y el Obispado.

El colegio de los jesuitas se amplió notablemente. En su momento llegó a ocupar zonas como el edificio de los antiguos Juzgados, o el edificio de Correos. El padre Millán Arroyo también recuerda que el jesuita más destacado que pasó por Huesca, y también el más universal en el ambiente de la cultura, fue Baltasar Gracián, que estuvo entre 1.639 y los años 40 del siglo XVII.

Después de un tiempo ausentes de Huesca, en 1.878 los jesuitas volvieron a Huesca, porque lo pidió la ciudad, el obispo y el provincial, que era natural de Grañén, y que escribió al responsable general, haciendo un gran elogio de los oscenses. Desde 1.878 estuvieron presentes hasta 1.931. Posteriormente, hasta 1.938 estuvieron dispersos por Huesca y no fue hasta 1.939, al final de la Guerra Civil, cuando recuperaron la iglesia.

Durante muchos años, la Compañía ha gestionado un aula de teología, donde se han dado de forma ininterrumpida cursos de teología para seglares dos días a la semana, a los que acudían profesores, jubilados o juristas.

 
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