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CONGRESO AGROALIMENTARIO

El cliente es el responsable de los hábitos de consumo de alimentación

Los nuevos paradigmas exigen adaptación a los recursos y a los hábitos de los clientes presentes y futuros, con empresas más grandes y flexibles

El I Congreso Agroalimentario de Aragón, celebrado el pasado jueves en el Palacio de Congresos de la ciudad de Huesca, dibuja un panorama en torno a los nuevos paradigmas globales de la alimentación que marcarán tanto las exigencias como las oportunidades para la producción como para la transformación y la distribución. Todo, marcado por los presentes y futuros hábitos de consumo del auténtico rey: el cliente.

La conferencia de apertura a cargo de Héctor Barbarin, director general del Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria, desvela el escenario que exigirá una nueva agricultura y ganadería en apenas tres décadas, ya que habrá de cambiar radicalmente sus métodos como queda demostrado por el adelanto que ya nos ofrecen prácticas incipientes pero ya en uso, como la carne in vitro o la producción agrícola sin tierra.

Un planeta con 9.000 millones de habitantes demandará un incremento en la producción de proteínas, elementos que, además de los de procedencia cárnica, incorporan al consumo los vegetales, los de insectos y los de laboratorio (la denominada "clean meat"). En esta última versión, están volcando ya sus esfuerzos de I+D+i las principales multinacionales.

De hecho, la alimentación en el futuro se concentrará en productos con etiquetas limpias y sostenibles, donde la trazabilidad y la transparencia se erigen en exigencias básicas de un cliente que requerirá una nutrición personalizada en la que elegir su propia dieta nutricia.

"Que el alimento sea un medicamento"

El profesor Juan José Badiola, presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, universaliza la responsabilidad para la seguridad alimentaria, que del campo a la mesa queda en manos de administración, consumidores, productores y distribuidores.

El consumidor no admite riesgos en nutrición, ya que las altas expectativas de salud imponen garantías en la producción primaria, la transformación, la distribución y la comercialización: "La gente quiere que el alimento sea un medicamento".

Transparencia, responsabilidad, autocontroles y buenas prácticas dibujan una realidad en la que "hoy viajan con más comodidad los animales que las personas en los transportes low-cost". Los productores han de comunicar, para adquirir confianza y credibilidad, cualquier incidencia, porque, en realidad, todos los días hay alertas alimentarias.

"Un único paraguas"

La Alianza Agroalimentaria Aragonesa reclama que el movimiento se demuestre andando, y que "el carácter estratégico se demuestre en la consignación presupuestaria de las administraciones". Félix Longás, presidente de la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón, sentencia que "en Aragón debemos dejar de ser la granja y el granjero para ser la despensa de Aragón".

Francisco Santolaria, de la Unión de Pequeños Agricultores de Aragón, reivindica el papel de las cooperativas, fundamentales “para el sector y para la sostenibilidad del medio rural”, donde también se ha de practicar el I+D+i y el márquetin.

Ángel Samper, de Asaja Aragón, establece los baluartes sobre los que configurar un sector fuerte: profesionalidad e independencia en el asociacionismo, unidad de acción y exigencia a los políticos (“cuentas, no cuentos”) y el triple camino virtuoso: "Creer, crear, lograr".

Ángel Jiménez, del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y País Vasco, cifra en dos desafíos el futuro de la agroalimentación: la formación y la cooperación. Y, respecto al panorama descrito por Héctor Barbarin, alienta a "mirar lejos, aunque asuste. La sociedad decidirá si esas formas de nutrición del futuro serán las que quiere".

Fernando Carrera, del Colegio de Veterinarios de Huesca, recalca el rol fundamental de esta profesión "para la sanidad tanto animal como humana. De ahí nuestro lema: una salud para todos".

Y Luis Villamayor pone la guinda de la mesa con la vieja fórmula de poner todos los huevos en la misma cesta y con idénticas normas: “Necesitamos ir bajo un único paraguas a España y el resto del mundo. Nos hace falta una marca única. Si no, no seremos capaces de crecer sosteniblemente. Precisamos de una estrategia común, un marco y una marca única para ser reconocibles y reconocidos”.

Economía circular y tecnología

Que el desarrollo de la viticultura ha permitido no sólo mantener la población del medio rural sino además mejorar la calidad de vida es una verdad apodíctica que expresa Juan Barbacil, en la conducción de la mesa sobre su futuro.

Iñaki Casamitjana (Cariñena), Raquel Latre (Somontano), Eduardo Ibáñez (Campo de Borja) y Miguel Arenas (Calatayud) coinciden en el diagnóstico: hay que realizar una apuesta por las oportunidades de la tecnología (en todo el proceso, desde la producción hasta la distribución y el márquetin pasando por el aprovechamiento del Big Data), la economía circular (para la optimización de los recursos y la sostenibilidad ambiental que es la garantía del sector) y el enoturismo. Más de 400.000 visitantes pasan por las Rutas del Vino de las cuatro denominaciones.

Y un ruego-exigencia a las instituciones: hay que conservar el patrimonio de los viñedos, porque son un tesoro y no hay que poner trabas a las transmisiones de viñas.

El horizonte de la innovación hortofrutícola

Partiendo de la demanda de una guía imprescindible, “una universidad libre y objetiva”, José Fernando Luna, de Ceos-Cepyme, dirige la mesa sobre Transformación y Oportunidades del Sector Hortofrutícola que señala dos puntales: empresas y consumidor.

José Antonio Domínguez, del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, expresa el potencial de la recuperación de variedades autónomas y de la generación de una estructura de cultivos apoyada en los bancos de Germoplasma para consolidar el patrimonio genómico. Liderazgo en la investigación que han de asumir las empresas con el respaldo del CITA.

Domínguez diferencia entre la imagen que uno aprecia de su marca y la reputación, que es la percepción del cliente.

Rosa Rived, de Pon Aragón en tu Mesa, pone el dedo en la llaga de uno de los grandes problemas en el medio rural: el 80 % de las empresas agroalimentarias son microempresas y, en sus manos, reside la despensa del medio rural.

Un factor que ha de combatirse con el trabajo en red. Hay mucho campo por delante porque en el subsector hortofrutícola los Centros de Acción Rural disponen de 150 productores y sólo 30 transforman.

Manuel Hernández, director gerente de Conservas Marzo (Quel, La Rioja), pone en valor una necesidad incompleta: hacen falta centros tecnológicos y asociaciones que fomenten el crecimiento de las empresas.

Además, para cualquier proyecto hortofrutícola, el emprendedor o la empresa han de saber qué quiere el cliente, las tendencias y las posibilidades de nuestro producto en el mercado, si son maduros o, por el contrario, tienen recorrido. “Hay que tener una estrategia competitiva clara. Saber qué producto quiero vender, pero sobre todo cómo lo voy a vender. Reconocer nuestras fortalezas pensando en el nicho de mercado y el objetivo.

Una recomendación: estar muy atentos a los Sin, los Bio, los Eco, los platos preparados, las monodosis y multidosis, y la salud, pero sin olvidar que la Industria 4.0 "es una herramienta, no un fin o un objetivo".

Carnes, comunicar y pensar en los intangibles

El director de la Lonja de Binéfar, Santiago Español, pone "la pelota en juego" recordando el abecé del sector cárnico: producir, sacrificar y transformar lo que generan las explotaciones. Y una moneda de doble cara: la exportación es una fortaleza pero, ante contingencias sanitarias, políticas o de otro orden, puede metamorfosearse en debilidad. Y, como ejemplo, el riesgo de la peste porcina transmitida por animales salvajes e incontrolados como los jabalíes.

Vicenç Brieba, de Guissona-Bonarea, remite las decisiones de la empresa a la voluntad del consumidor, pero con una consigna: el bienestar animal contribuye al medio ambiente y la salud, y la seguridad implica que la carne ha de ser sana, saludable, con trazabilidad y transparencia.

Cristina Gallart, presidenta de Fribín, advierte de un mercado maduro y saturado, circunstancia ante la que hemos de conquistar al cliente con un beneficio real y percibido. El producto, sobre todo en porcino, es una “commodity”, por lo que hay que crear una marca que sea una cultura.

En este punto, conviene pensar en los intangibles, en la parte emocional, porque determina la decisión de compra: fomentar el sentido de pertenencia, promover un estilo de vida, aplicar atributos, aportar experiencias, personalizar y generar un verdadero relato, contar una historia.

Manuel Mazana, director general del Grupo Mazana, eleva este sector a la condición de motor del mundo rural y explica oportunidades como la abundancia de superficie, la ubicación junto a la industria cárnica, la tradición y la cultura, las sinergias entre integrado, integradoras e industria cárnica, la profesionalidad y la mejora continua de los índices productivos.

Pero advierte una necesidad: hay que trabajar la imagen y transparencia, comunicar y transmitir. Hacerlo desde una realidad que mejore la formación y la especialización, que apueste por la bioseguridad, la sanidad y el compromiso con el medio ambiente, que optimice la aplicación y gestión de purines, y que exija la unificación de la normativa y los procedimientos entre las comunidades autónomas.

Carmina Samper, directora corporativa del Grupo Jorge, revela la importancia en su compañía de la exportación, prácticamente un 80 % de la facturación y a buena parte del mundo, en permanente búsqueda de mercados exteriores.

Pero, además, lanza una idea para reforzar el sector a través de la cooperación: "Sería muy interesante engendrar una inclinación a alianzas en colaboración entre los protagonistas que trabajamos en el sector porcino, para crear una actividad no sólo más potente, sino mucho más competitiva para el liderazgo de Aragón".

El tamaño sí importa... una barbaridad

Clemente Mata, subdirector general de Fomento Industrial y Asociativo Agroalimentario del Ministerio de Agricultura, Pesco y Alimentación, fija en la reducida dimensión de las empresas una limitación a la competitividad, a la innovación, la internacionalización y la mejora de la productividad.

Constituye un freno como otros para la adaptación continua a las exigencias de un mercado global y cambiante, que demanda alimentos seguros y métodos de producción eficientes y sostenibles.

Cinco objetivos para una nueva época


Para responder a las nuevas realidades y formatos, Clemente Mata define los cinco objetivos para el sector agroalimentario:
• Convertir a España en referente en la lucha contra el desperdicio alimentario y en la producción ecológica.
• Favorecer empresas agroalimentarias y cooperativas más grandes, más eficientes, más sostenibles, apoyando proyectos de integración.
• Poner en valor el concepto alimentos de España conectando con el nuevo consumidor y la nueva sociedad.
• Dialogar con los protagonistas del sector para incorporarlos a la búsqueda de soluciones, si puede ser, con consensos.
• Mejorar la formación de los responsables de la gobernanza y la gestión.

... y una última recomendación

Lo ha dicho al término de su mesa Félix Longás, presidente de la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón: "Hemos de evolucionar. Pero, sobre todo, hay que trabajar más". Conclusión y fin.

 
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