Una pañoleta gigante en el balcón del Ayuntamiento, una plaza vacía y calles a medio gas

La plaza de la Catedral, centro neurálgico de la fiesta cada 9 de agosto, ha vivido uno de sus días más “raros” en décadas. Este año completamente vallada y vacía para evitar concentraciones de gente solo ha contado con la presencia policial para controlar que todo transcurriera según lo previsto en las ordenanzas municipales. El único distintivo laurentino ha sido una pañoleta gigante que se ha colgado a primera hora de la mañana en el balcón principal de la casa consistorial.

Tanto el dispositivo policial como los hosteleros han calificado este arranque del 9 de agosto como "tranquilo" y "controlado". En una primera valoración policial no se ha detectado ninguna anomalía en huertos y fincas cercanas a la ciudad.  

El alcalde, Luis Felipe, ha asegurado sentirse “tremendamente orgulloso de la ciudad por la responsabilidad que los oscenses están demostrando ante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, y aún más si cabe en un día tan especial como el 9 de agosto”.

“Está siendo un día sentimentalmente difícil –ha continuado Luis Felipe-, en el que quiero tener también una mención especial para el sector de la hostelería. Muchos hosteleros han cerrado de forma responsable en un día importante para su economía. Este sector, que está pasando momentos difíciles, se está sacrificando hoy por el bien de todos”.

Al igual que ocurriera en Pamplona para los sanfermines, el ayuntamiento ha copiado la iniciativa y ha colgado del balcón principal la pañoleta que vendía la Asociación Española Contra El Cáncer y en la que se anima a vivir las fiestas con responsabilidad.