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Un centenar de personas han participado en el concurso “Carta a un maltratador” de AFFAMER

La Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural ha dado a conocer este lunes los relatos ganadores del concurso ?Carta a un maltratador?. La ganadora del primer premio, dotado con 75.000 pesetas, ha sido Maribel Giral Arcas.

?Desde el seno de mamá me dirijo a ti, que supuestamente eres mi padre?. Así empieza el relato ganador del primer premio del concurso ?Carta a un maltratador?, convocado por AFFAMER. Desde la asociación subrayan que en sólo dos meses, han recibido un centenar de cartas.

AFFAMER va a publicar todos los relatos recibidos y también va a difundir unos 6.000 folletos en la provincia de Huesca con consejos dirigidos a mujeres que sufran malos tratos.

Desde AFFAMER, subrayan que las mujeres del medio rural tienen aún más difícil denunciar a sus maltratadores. En los municipios pequeños, la presión social se puede convertir en una barrera infranqueable y además, muchas veces, ni siquiera existen concejalías de la mujer que faciliten las denuncias.

Ésta es la carta ganadora, titulada ?Desde el seno de mamá?:

?Desde el seno de mamá me dirijo a ti, al que supuestamente eres mi padre. Te digo esto porque me has demostrado que esta palabra, que me parecía bonita, te cae demasiado grande.

Recuerdo cuando mamá te dijo, con mucha ilusión?, que estaba embarazada. No dijiste nada y te fuiste de la habitación dando un portazo. A mamá se le encogió el corazón y yo, comprendí que tú no me querías y a ella tampoco.

Pasaron los días, mamá esperaba que le dijeras algo agradable, pero tú seguías arisco, diciéndole cosas subidas de tono, cosas como: ?en qué momento se le había ocurrido quedarse embarazada? (¿y tú qué?) (¿no era responsabilidad tuya?), y también ?que yo sería un estorbo para los dos?. Mamá lloraba y lloraba cuando estaba a solas conmigo y me decía al oído que ella me quería por los dos.

Pasaron las semanas y yo iba creciendo, mamá también, pero ella a lo ancho. A ti eso no te gustaba y tus ?cumplidos? eran decirle: ?qué gorda estás, pareces una vaca lechera? o ?si te hubieras deshecho de él, no te hubieras deformado como lo estás haciendo?. ¿Tanto resentimiento te he producido para decirle eso a mamá? ¿Tanto estorbo te hacía para que lo pagases así con ella diciéndole esas cosas horribles?

Cada día que pasaba te volvías en un monstruo, dejando la autoestima de ella por los suelos. Para ti, eso era ?sentirse más hombre?.

No olvidaré el día en qué mamá te sirvió la cena y no estaba a tu gusto. La manera de decírselo fue darle con rabia un bofetón, que le dejaste marcados los dedos en la cara. Ella se cayó al suelo. Se asustó tanto que fue al hospital creyendo que me había pasado algo. Todo estaba bien. Sólo fue que me quedé sin respiración al comprobar que ese monstruo que llevabas dentro seguía creciendo. ¡Pegar a mamá! Qué acción tan baja. Ella no te quiso denunciar. ¡Qué error! Pero tenía miedo y el miedo no te deja ser libre.

Siguieron los gritos, las voces altas y los golpes y el silencio de mamá. Yo le daba pataditas en la tripa para que supiera que yo estaba bien. No dejaba de gritarle que nos fuéramos de esa casa que tanto daño nos estaba causando y alejarnos de ti. Pero ella no me oía y seguía su silencio.

Bendita la noche después de muchos gritos, golpes y lloros, alguien llamó a la puerta y se te llevaron a no sé dónde. A nosotros se nos llevaron al hospital. Allí estuvimos unos días. Después de eso, no sé muy bien lo que realmente pasó.

Han pasado muchos días desde aquello, pero te puedo decir que mamá ya no tiembla al hablar y ha llegado a sonreír. Su autoestima va creciendo porque nadie le hace sentirse culpable por nada. Se siente libre.

Quedan pocos días para que nazca. Estamos juntos contando los días para que este acontecimiento tan importante para los dos se produzca y así darnos un abrazo de amor.

Sé que juntos saldremos adelante porque mamá siempre me ha querido, eso me ha mantenido vivo. Y sé que ella ha sobrevivido a todo lo que ha pasado junto a ti por mí. No la voy a defraudar. Tú me has enseñado lo que no quiero ser.

Nos quebraste nuestros sueños y nosotros recogimos los fragmentos y los guardamos. Sabemos que entre esos sueños rotos encontraremos astillas de esperanza. Solos, mamá y yo. Tú así lo quisiste.

 
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