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La pela es la pela

Luis Laiglesia

La insolidaridad que Huesca ha mostrado con el resto de su comarca tras la última marcha atrás en el proceso de privatización del servicio de recogida de basuras municipal es una decisión que, si bien a corto plazo le asegura la paz social al Consistorio en materia de personal, augura, a medio y largo plazo, un desencuentro con el resto de la Comarca que le terminará pasando factura a la ciudad.

Si se nos ha tachado a los oscenses de no saber ejercer de capital de la provincia, estamos ante más de lo mismo. Por un puñado de votos el próximo mes de mayo, hemos dejado en la estacada a todo el Consorcio número uno, que había decidido proceder a la privatización del servicio, claro, con Huesca liderando el proceso. En el último momento, como 19 trabajadores municipales no están de acuerdo con perder poder adquisitivo, algo legítimo por otra parte, se tira por la borda el acuerdo de todo un organismo, sin ni siquiera consultar con el resto de afectados. Lo que sea antes de que el servicio de basuras municipal decida emprender una movilización a unos meses de las elecciones.

Las próximas reuniones del Consorcio Número Uno no serán fáciles para el presidente del mismo, el concejal del PAR, Gonzalo Lapetra. Lapetra ha sido un defensor a ultranza de la citada privatización y ahora tendrá que decir a sus colegas que café para todos menos para mí.

El proyecto privatizador de la recogida de basuras ha tenido numerosos errores en su tratamiento por parte del Ayuntamiento de Huesca. Primero en el propio equipo de gobierno tiene no pocos detractores; el Concejal de IU, Jesús Pérez Navasa, es uno de ellos. Pero incluso en las propias filas del Grupo Municipal del PAR hay quien apuesta por que la recogida de la basura en la ciudad siga siendo realizada por funcionarios públicos.

Luego está el calendario, la inoportunidad de la medida. El escenario que rodeaba a esta privatización era el peor posible: a meses de unas elecciones y con numerosos conflictos en materia de personal sin poder ser cerrados.

El Ayuntamiento se encontraba en una encrucijada: o privatizaba y soportaba las presiones de trabajadores y sindicatos o posponía la medida y soporta los reproches del resto del Consorcio. Al final la elección ha sido la segunda, lo que viene a poner de manifiesto que la pela es la pela para los funcionarios y el voto es el voto para el Alcalde.

 
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