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Cartas al director: El río Gállego y sus vertidos

Carlos Iglesias, Alcalde de Sabiñánigo

Inicio este escrito y ante las teclas del ordenador y el papel en blanco, un doble sentimiento se abre paso en mi mente. Un doble sentimiento que superficialmente puede parecer contradictorio, pero que trataré de hacerlo complementario. Me explicaré. Por un lado escucho las declaraciones de diversas personas de Caldearenas y principalmente a su Alcalde expresando su malestar e indignación ante la nueva prohibición de consumir agua en su municipio propiciada por la aparición de peces muertos en el río Gállego. Ese hecho me produce a mi mismo similar sentido de impotencia y ?cabreo? que a los vecinos de los pueblos afectados y me sumo a sus quejas y a sus exigencias, apoyando desde este mismo instante todas sus acciones reivindicativas. Pero seguidamente escucho o leo en algún medio de comunicación alguna opinión que a modo de ?coletilla? y de un modo simple y no se si malintencionado sigue casi siempre a estas noticias: ?el origen de los vertidos presumiblemente es de la industria de Sabiñánigo? Y entonces mi indignación es doble y mi sentimiento de impotencia se eleva de un modo exponencial.

Indefectiblemente cada vez que aparece una mancha en el Río Gállego, sea a pie de la presa de Sabiñánigo o en su desembocadura, todos los dedos acusadores se dirigen en la misma dirección: ?La industria de Sabiñánigo?. Con esa sencilla aseveración , se pretende simplificar un problema mucho más complejo y desde luego no tan fácil de diagnosticar. Cuando como en el caso producido a finales del pasado año, se aclaró científicamente y con total rotundidad, que el origen de esa mortandad era una combinación de circunstancias y otros vertidos que absolutamente nada tenían que ver con la industria de Sabiñánigo, nadie matizó después, ni desmintió, ni entonó un ?mea culpa?. El mal estaba hecho y a nadie le preocupó lo más mínimo las consecuencias que tanto para Sabiñánigo como para Caldearenas pudo tener tal magnificencia de lo acontecido.

A Sabiñánigo le ha costado muy cara su experiencia con Inquinosa (todavía en los tribunales) y ese triste episodio ha lastrado mucho proyectos de progreso y desarrollo, como para que ahora que iniciábamos una nueva etapa en nuestra diversificación económica no reaccionemos cuando sin pruebas fehacientes se acuse a nuestra industria de algo que hasta que no se dictamine oficialmente nadie, puede anticipar. E insisto que comprendo el grado de frustración de los vecinos y les apoyo en su demanda de información rápida y veraz. Y allí creo que está la raíz de todas las dudas y falsas interpretaciones. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) debe de una vez por todas, establecer un riguroso, continuado y eficaz sistema de detección de vertidos o de otras causas (disminución de caudal entre otras) que pueda detectar inmediatamente cualquier modificación de un sistema tan frágil como el río Gállego y que pueda afectar a su ecosistema.

No estoy ni acusando ni defendiendo a nadie. Simplemente pido el derecho a la presunción de inocencia de todos, industria química también, y exijo, en total sintonía con los habitantes de Caldearenas, que cuanto antes, se esclarezcan los hechos y que entonces cada uno asuma las responsabilidades que tenga. Ni una menos pero tampoco ni una más y en absoluto antes de haberlas esclarecido con claridad y rigor.

Transparencia, veracidad y control por parte de la CHE es en este momento indispensable para la tranquilidad y el progreso de todos.

 
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