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¡Qué susto!!

Cristina Pérez

Primero suena algo parecido a un trueno. De esos de los que en la alta montaña están acostumbrados. Como si el cielo se abriera, pero no, no era el cielo. Era la tierra. Primero un ligero temblor y después un segundo. Imaginen. Vecinos en la calle, susto tremendo, qué pasa, subimos al piso o nos quedamos en la calle, recogemos los trastos o esto no se repite, se mueve la tierra o es que me estoy mareando...Ha sido en el Valle de Tena. Al centro de la tierra ,a ese mismo que viajó Julio Verne, le dio un cosquilleo y la superficie se movió provocando un temblor que en la escala Richter marcaba los cuatro coma nueve grados.

En este año internacional de las montañas hemos aprendido que las elevaciones son algo así como las arrugas de la tierra, que la piel terrestre se agrieta, está viva y se mueve. Son los fenómenos que el hombre todavía no ha logrado controlar, si acaso predecir con más o menos tino. Terremotos, maremotos, erupción de volcanes, huracanes, inundaciones nos avisan de que el hombre sigue siendo insignificante, que es incapaz de controlar todo lo que le rodea y que todas sus esperanzas se ven hechas trizas en unas horas tan solo con el paso de un fenómeno natural.

Julio Verne nos hizo viajar al centro mismo de la tierra, al fondo del mar, a la luna y creó ciudades fantásticas y viajó en globo. El veía monstruos marinos lunáticos y terrestres y con una ingenuidad genial los combatía de la forma más divertida y con los medios más extraños. Pero Verne que lo imaginó todo antes de que llegara, quizá no supo que la pura realidad está sobre el suelo que pisamos, el mismo que hace unas horas se reveló en Sallent de Gállego y en Panticosa.

De momento todo quedó en un susto. Pero el aviso para navegantes de la Tierra sigue en el aire.:Estoy viva. No os olvidéis de que estoy viva.

 
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