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Propósito de la enmienda

Cristina Pérez

Estos días andan los niños que van a comulgar ,aprendiendo de memoria el rito de la confesión . Los catequistas les instan a que confesarse es un acto de reconciliación , aunque los críos se estrujan la cabeza para poder compartir con el sacerdote algún pecadillo y no quedar mal, de niño bueno.

Ahora lo tienen más fácil porque si bien el contenido viene a ser el mismo , la forma ha cambiado bastante. Antes ¿recuerdan? estaba aquello de ?decir los pecados al confesor, cumplir la penitencia, tener propósito de la enmienda y no volver a pecar? y dependiendo de tus faltas la penitencia era algún padrenuestro y la recomendación severa de no volver a caer en la tentación, léase, contestar a los padres, reñir con el hermano, no recoger el cuarto....

Resultaba algo, con perdón, grotesco, exigirle a un niño que ?no volviera a pecar?. Y el chaval se iba a casa convencido de que a partir de ese momento el ángel de la guarda iba a tener vacaciones continuas de tan bien cómo iba a portarse. Pero las tentaciones infantiles siempre acechaban en algún rincón de la casa, un bote de leche condensada cerca, una pesetilla perdida en la cartera de mamá, un libro que no se leía, o decir en silencio y para adentro ese taco que jamás se atrevería a gritar en alto.

La confesión , ahora, parece que es un acto de reconciliación con uno mismo y , por lo que se ve, necesita de un oyente pasivo que recoge las inquietudes del ?pecador?, pero ¿para qué?. Es la pregunta que se hacen algunos chavales cuando caminan hacia el confesionario, intuyendo la cara del sacerdote, arrodillándose, repasando la lista de pecadillos que han tenido que memorizar para tener algo que contar. Con nueve años nadie puede ni debe de tener nada que confesar.

Está el mundo , hoy por hoy, muy necesitado de hacer cada dia propósito de la enmienda. Los adultos andamos pecando contra todos los mandamientos posibles. Y resulta que enseñamos a los niños a pedir perdón por nosotros, a cargar con nuestras culpas y les enseñamos a confesarse sin que, ellos, tengan nada que confesar. Esto no lo entiendo.

 
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