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Biografía de Santiago Ramón y Cajal

Santiago Ramón y Cajal recibe en 1906 el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre la fisiología de las células nerviosas y la comunicación existente entre ellas por sola contigüidad, y no por continuidad como se había venido sosteniendo.

Para entonces Cajal, que había obtenido la cátedra de Histología normal y patológica, reside ya en Madrid y su trabajo es mundialmente reconocido. Los largos años de esfuerzo y absoluta dedicación han transcurrido antes en Aragón, especialmente en Zaragoza, Valencia y Barcelona, con un breve pero tremendo paso por la vida militar en el ejército expedicionario de Cuba.

Santiago Ramón y Cajal, nacido en el enclave navarro de Petilla de Aragón, fue aragonés por estirpe, educación, carácter, y desde luego por sus años de infancia y juventud en tierras aragonesas, que lo vincularon afectivamente para siempre a ellas. El niño Cajal, rebelde y aventurero, creció en los pueblos aragoneses de Larrés, Luna, Valpalmas y Ayerbe, a los que la familia iba llegando tras el padre, Justo Ramón Casasús, médico de profesión. La enseñanza secundaria y superior llevan a Santiago Ramón y Cajal sucesivamente a Jaca, Huesca y Zaragoza. En Zaragoza, en su Facultad de Medicina, se hace médico, entre 1869 y 1873, y realiza sus primeros trabajos. En Zaragoza conoce a su mujer, Silveria Fañanás, y contrae matrimonio. "Zaragoza es algo mío, muy íntimo, que llevo embebido en mi corazón y en mi espíritu, y palpita en mi carácter y en mis actos".

Tras dos intentos fallidos, por fin en 1883 gana por unanimidad la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia. En 1887 se traslada a Barcelona ya como catedrático de Histología normal y patológica, y en 1892 marcha a Madrid a ocupar la cátedra vacante de esa misma asignatura.

Ramón y Cajal siempre dijo que su "año cumbre" fue 1888, cuando logra las preparaciones micrográficas que que por primera vez hacían evidente la relación de contigüidad y no de continuidad entre las células nerviosas. A partir de entonces los premios, reconocimientos y distinciones nacionales e internacionales se suceden año tras año. Sobreponiéndose a todo ello, Cajal mantiene siempre su dedicación constante a la investigación y a la formación de sus continuadores.

En la fecunda y prolongada trayectoria científica de Cajal pueden acotarse varias etapas. La primera son años de formación y crecimiento intelectual, de acercamiento a la histología y fundamentación de sus líneas de investigación. La segunda, entre 1887 y 1903, le lleva a sus más espectáculares descubrimientos sobre las estructuras nerviosas, mediante el desarrollo del método Golgi o cromoargéntico para la impregnación del tejido nervioso. Cajal no olvida este método, pero en la tercera etapa (1903-1913) halla una nueva técnica de tinción, la del nitrato de plata reducido, ideada por el mismo, y que le permite ahondar en sus descubrimientos y pormenorizar en la fisiología neurocelular. En este periódo publica su libro más importante: "Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados". El último tramo irá desde 1913 hasta su muerte, y comienza con dos importantes innovaciones técnicas: la invención de los métodos del nitrato de urano (1912) y del sublimado-oro (1913). Durante todos estos últimos años, Cajal no abandonará ni un instante el trabajo de laboratorio, ni las pertinentes discusiones científicas con los colegas, ni las publicaciones: un año antes de su muerte da a la luz un extenso y magistral estudio titulado "¿Neuronismo o reticularismo?" (1933), cuya versión en alemán deja preparada y será publicada ya tras su fallecimiento.

Es bien reconocido que en el campo de la morfologia nerviosa Cajal, por sí solo, ha producido más que todos los otros neurólogos juntos. Pero la importancia histórica de su obra radica no sólo en los hechos descubiertos, sino en su interpretación de los mismos, con la que coronó el desarrollo de la teoría de la morfología celular (enunciada por cuatro nombres principales: Scheleiden, Schwan, Virchow y Cajal), y con la que sentó las bases de la más actual neurofisiología.

La personalidad intelectual de Ramón y Cajal no fue, sin embargo, únicamente la del hombre de ciencia.

Fue la del verdadero sabio. Es decir la de aquel que se cuestionan el sentido y alcance reales de las teorías que aprende o que descubre por sí mismo. Cajal, aficionado a la literatura y la filosofía, asombrado perceptor de los fenómenos del mundo, necesitado de una autoafirmación constante, preocupado desde siempre por el sentido humano del saber, ordena la meta de su ciencia en una serie de planos de creciente profundidad: en el terreno de los hechos científicos se sitúa dentro de los postulados del evolucionismo biológico. Más allá de ésto, vendría su concepción del saber científico como recurso para el gobierno intelectual y técnico del mundo, como "poderoso y universal instrumento de previsión y dominio". Aún más allá, la firme idea de que la ciencia, fiada la honestidad de quien la hace, es el camino más idóneo hacia la máxima dignidad del hombre. Y finalmente, la concepción casi sacral del conocimiento científico del mundo.

El día 10 de septiembre de 1999, Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, inauguró el Centro de Interpretación Santiago Ramón y Cajal , en la casa que habitó el científico en su niñez, situada en el número 19 de la Calle Nueva de la Villa de Ayerbe, en la Hoya de Huesca.

 
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