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Cartas al director: Ecologistas en Acción-Huesca cumple 20 años

Ecologistas en Acción Huesca

En el mes de febrero de 1982 unos cuantos entusiastas del conservacionismo y del estudio de la naturaleza se reunían en un aula del Instituto Ramón y Cajal para sentar las bases de lo que sería la asociación naturalista altoaragonesa Onso, que con el tiempo ha cambiado su nombre por el de Ecologistas en Acción de Huesca al entrar en la red estatal de grupos ecologistas del mismo nombre.

En estos 20 años el núcleo activo de la asociación ha pasado por numerosos avatares. Ha sobrevivido a una extinción anunciada, se ha enfrentado a una existencia meramente administrativa, algunos de sus miembros han pasado por los tribunales acusados de disturbios..., pero la asociación continúa contra viento y marea en la defensa de unos valores que considera inalienable.

Es el momento de hacer balance y de preguntarse cuáles son las principales acciones que podrían justificar la permanencia de Ecologistas en Acción a lo largo de estos 20 años.

El primer asunto en el que Ecologistas en Acción se enfrascó fue el proyecto de desecación de la Laguna de Sariñena. El resultado ha sido la declaración de esta zona húmeda como de especial protección para las aves (ZEPA), y la comprensión final de los habitantes de la capital monegrina de los valores que encierra su laguna.

La línea de alta tensión de Aragón-Cazaril fue uno de los caballos de batalla del ecologismo altoaragonés, a la que la asociación mostró su rechazo evitando la instalación de los cables -pero no de las altas torres, que aún se yerguen inútiles: otro ejemplo más de la premura con la que actúa la Administración de este país, adelantándose incluso a las decisiones judiciales sobre los proyectos.

Y puesto que de juicios hablamos, cabe recordar la actuación de los activistas ante los severos aterrazamientos que llevó a cabo el ICONA en el área de Aineto. El encadenamiento a la maquinaria pesada retrasó el destrozo del patrimonio el tiempo necesario para que la sociedad altoaragonesa percibiese la inutilidad de tales obras.

Otros asuntos de no menor importancia fueron el rechazo contra el proyecto del embalse de Añisclo, que amenazó este apreciadísimo enclave de la geografía pirenaica, hoy incluido en el PN de Ordesa y Monte Perdido. O la insistencia con que se pidió la protección necesaria de los valores medioambientales de la Sierra de Guara; no hay que olvidar el papel determinante que jugó el ecologismo altoaragonés en la creación del Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara.

Nuestra asociación acometió numerosísimos proyectos en los que la sensibilización y la educación ambiental eran el principal objetivo. Varios cursillos de iniciación a la ornitología, a la entomología, a la botánica, intentaron despertar en la ciudadanía la pasión por la observación de la naturaleza, que conllevase asumir su necesaria conservación. Programas de sensibilización ambiental en colegios, siempre excelentemente acogidos por la comunidad educativa. O la realización de varios campos de trabajo en los que participantes de toda España -e incluso del extranjero- se enfrascaban en tareas de reacondicionamiento y limpieza en algunas áreas de importantes valores ambientales: río Isuela, Mallos de Riglos, Nocito y el Parque Posets-Maladeta.

La observación y estudio de la naturaleza no ha dejado de mantener ocupados a Ecologistas en Acción; sobre todo a su Comisión de Ornitología, que se ha encargado de elaborar informes y censos de manera regular y continuada sobre las Grullas, las aves acuáticas, las rapaces...

Pero tal vez el papel más importante que ha cumplido Ecologistas en Acción es en la vigilancia y observación de los desmanes que vienen cometiendo sin descanso las autoridades locales, regionales y estatales, en la puesta en marcha de proyectos de infraestructura, de embalses, de regadíos... Proyectos éstos en los que ha quedado demostrado, gracias a la intromisión puntual de los Ecologistas, el incumplimiento de la Administración de gran parte de las leyes que ella misma crea; o de la violación de decretos y sanciones de emanación europea. La participación de Ecologistas en Acción en el rechazo al PHN, o contra los grandes embalses, o contra la ampliación abusiva de las pistas de esquí, o contra la construcción de la innecesaria y costosísima autovía Huesca-Pamplona: son muestras del detenimiento con que nuestro colectivo ha estudiado los proyectos en cuestión. Y ello aun a sabiendas de que luchar contra estas obras es tremendamente impopular para un gran sector de la población que, por desidia o por falta de información, conservan la idea preconcebida de que el hormigón equivale a progreso en la mayoría de los casos.

Al mismo tiempo que nos preguntamos por la evolución de nuestro colectivo en estos 20 años, deberíamos evaluar la implicación de la sociedad en la cuestión medioambiental, y su percepción del activismo ecologista. El paso de Onso como asociación naturalista a Onso como asociación ecologista y a Ecologistas en Acción marcó también una evolución en la comprensión del colectivo por parte de la sociedad. De unos simpáticos muchachotes que disfrutaban de la naturaleza sin molestar a nadie se pasó a la convicción de que los ecologistas son unos pesados que todo lo ven mal y que prefieren ver los pueblos desiertos antes que la naturaleza esquilmada. Que el lector de esta líneas medite hasta que punto esto sigue siendo así: la mayor o menor difusión que el movimiento ecologista haya dado al concepto de desarrollo sostenible definirá el grado de penetración en la sociedad oscense de las ideas que, por fin, forman parte de las exigencias que hace la Comisión Europea a los Estados miembros. A pesar de que los acuerdos tomados en Río, Kioto, Marraquech, y otros lugares donde se ha decidido sobre la sostenibilidad del crecimiento económico e industrial, hayan sido sistemáticamente obviados por las Administraciones nacionales...

Sin embargo, la sociedad todavía no se empapa de esa filosofía del desarrollo sostenible. Son todavía demasiadas las amenazas que pesan sobre nuestra : la pérdida de la biodiversidad no se produce sólo en el Amazonas, también en el Pirineo, donde se ha despertado una fiebre urbanística que amenaza con acabar con los últimos rincones vírgenes. La fiebre del dinero mueve grandes embalses, construcción de autovías innecesarias que incrementarán los problemas de contaminación atmosférica y, a la larga, incrementará el cambio climático que las generaciones futuras están condenadas a sufrir.

El futuro del ecologismo es, a todas luces, político: la sostenibilidad ha de presentarse como un modelo de sociedad, en virtud del cual se aplique un punto de vista ecologista a las relaciones sociales, laborales y económicas. Es de esperar que el próximo aniversario de ECOLOGISTAS EN ACCIÓN, los 50 años, nos permita celebrar nuevos usos y costumbres en la manera de gestionar la sociedad.

 
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