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El científico aragonés Luis Oro explicó en Formigal que gracias a la química actual se minimiza la polución y los residuos

El catedrático de Química orgánica de la Universidad de Zaragoza, y premio Aragón 2001 del Gobierno de Aragón, dirige esta semana en Formigal el curso fundamentos y retos de la catálisis homogénea, que ha atraído a estudiantes españoles, del resto de Europa y hasta de Latinoamérica. De la misma forma, entre su profesorado se encuentra Ferenc Joó, procedente de Hungría, Steven R. Stobart, de Canadá, y no ha podido llegar de Berkeley (Estados Unidos) por razones obvias, el profesor Anderson.

El curso pretende ofrecer «el estado de la cuestión de la catálisis homogénea y adelantar qué ocurrirá en el futuro», explica Luis Oro, concretamente en el sentido de «mantener las ventajas de la catálisis homogénea, con las técnicas de la catálisis heterogénea». No es una cuestión baladí, ni alejada de nuestra vida cotidiana.

CONTRA EL DERROCHE ENERGÉTICO

La naturaleza es, por principio, derrochadora de energía, como recuerda el profesor, por lo que la catálisis ?un proceso que permite optimizar los procesos químicos, aportando mayor eficacia y rapidez, con menos consumo energético? consigue aminorar los residuos, que sólo se produzcan los elementos deseados. «Conseguimos que entren los átomos justos para un determinado proceso», simplifica Oro, de forma que la catálisis ha revolucionado muchos procesos, que antaño eran muy contaminantes.

Como ejemplo de aplicaciones de la catálisis, cita la posibilidad de introducir el gas natural (metano), muy abundante todavía en el planeta, en los procesos químicos, lo que supondría un avance espectacular. Asimismo, la catálisis homogénea se ha revelado imprescindible para la industria farmacéutica, en dos aspectos decisivos, como la supresión de riesgos y la bajada de costes.

Cita como ejemplo los efectos de la talidomina hace algunas décadas, que se habrían evitado con los procedimientos actuales. Pues la catálisis homogénea es una magnífica forma de seleccionar los productos resultantes, evitando aquellos muy similares ?y subproductos? que puedan tener consecuencias nocivas para el organismo, como la ya citada talidomina. Pero es que además, un producto contra el Parkinson, que hace treinta años tenía unos costes elevadísimos, ahora su coste de producción es insignificante, gracias a su elaboración por medio de procesos de catálisis. La selectividad de la catálisis homogénea es uno de sus mejores valores como procedimiento.

En España, la catálisis moderna ?que se asienta sobre los compuestos orgánico metálicos? se encuentra muy desarrollada, en una situación destacable. «Nos encontraríamos en el sexto puesto en el ranking mundial ?explica Oro? y, junto con la biología molecular, es el campo en que nuestro país más destaca». Asimismo, el profesor recuerda que el 70% de sus alumnos que acuden a programas de intercambio en Alemania reciben propuestas para quedarse allí. «La formación de nuestros estudiantes y químicos es extraordinaria», concluye. De hecho, sostiene que, en este aspecto, contamos con buenas instalaciones y equipamiento, «es el momento de tener las ideas, porque ya tenemos medios», sostiene.

«SIN QUÍMICA, VIVIRÍAMOS EN UN MUNDO PREHISTÓRICO»

No obstante, considera el profesor que «la formación en las áreas de ciencias está disminuyendo. Las carreras de ciencias se ven como algo difícil de comprender, salvo que llegue un mensaje sencillo», como es el caso de la biología molecular, que suele llegar bastante bien al gran público.

Sostiene que ante la dificultad que presentan «la física o la química, no somos ajenos los profesionales, que no nos esforzamos en divulgar a la sociedad nuestro trabajo». Además, «las universidades se sostienen con recursos públicos y es nuestro deber rendir cuentas de lo que hacemos».

Jocosamente, afirma que el dicho «tener buena química» es la única ocasión en que la química aparece de modo positivo, siendo más habitual lo de «esto es malo, tiene química». Para Oro, la química tiene el inconveniente de que se asocia solamente con aspectos negativos, la polución, los residuos, etc., sin ponderar los impresionantes beneficios y avances que ha proporcionado a la humanidad.

«Sin química, viviríamos en un mundo prehistórico», afirma, y busca rápidamente ejemplos de uso común: el forro polar de aquel alumno, los avances en el genoma, el teléfono móvil basado en una electrónica que aprovecha las propiedades químicas de los semiconductores, los avances de la industria farmacéutica, etc. «La química es una ciencia central ?sostiene Oro?, y prácticamente todos los avances cuentan con procesos químicos».

Sin embargo, el aspecto medioambiental se presenta como la parte más negativa de la química. Aunque, matiza Oro, «la decisión última no es de la química, de los químicos». «Los profesionales somos capaces de analizar, proponer soluciones y evaluar los resultados ?añade?, pero son los representantes de la sociedad quienes deciden, o no, aplicarlos». La química pone la información al servicio, pero no decide.

Por ejemplo, recuerda que la industria química, con datos en la mano, no es uno de los sectores más contaminantes, puesto que, paradójicamente ?ya que se percibe como limpia? ostenta la producción de electricidad, junto con la polución de los automóviles. En cualquier caso, la polución cero no existe ?ni en la naturaleza? por lo que habrá que encontrar un compromiso entre costes y polución, evitando además situaciones dumping, como las que provoca la industria asiática que, al no preocuparse por la creación de residuos, baja los costes de producción por debajo de otros países, hasta límites injustificables.

 
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