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Casi nunca llueve a gusto de todos

Félix Fernández-Vizarra

Por fin, solventadas las múltiples dificultades y con enormes listas de espera de gentes que aspiran a tener acceso a un vivienda buena, bonita y barata, la piqueta hará acto de presencia, la próxima semana, en las antiguas naves de Albajar. Banderazo de salida para la urbanización de un polígono que, a medida que avance, nos dará la sensación de que Huesca se abre; se expande a la búsqueda de nuevos límites.

Ya veremos como solventa el Ayuntamiento de Huesca las dificultades que sin duda habrán de derivarse del difícil encuentro entre las iniciativa pública y la privada, entre dos modelos de vivienda sustancialmente diferentes y, quien sabe, si poco compatibles entre sí. Pero, por fin, Huesca rompe su secular contorno, cerrado en los cuatro puntos cardinales por otras tantas zonas industriales. Para que la dicha fuera completa debería el Ayuntamiento dar solución a la subestación de eléctricas, enfrente de Albajar, que cierra la voluntad de expansión al otro lado de la carretera, en esa dirección que habrá de llevarnos al Centro de Arte Moderno, primoroso proyecto del Consejero Callizo.

Si las cosas cumplen con tiempos y plazos, la fisonomía de Huesca va a cambiar sensiblemente.

Por eso, porque estamos hablando de progreso, no hay demasiado espacio para los damnificados, que también los hay.

La piqueta acabará con las ilusiones de un centenar de chavales que, recogidos en una de las naves que van a derribarse, practicaban su deporte favorito: el patinaje sobre ruedas. Corren para ellos malos tiempos. El concejo les ha prometido alternativas, algunas de las cuales llevarán demasiado tiempo. Mientras llegan las soluciones, van a iniciar un largo peregrinar por diversas pistas de la ciudad en las que practicar su afición. Cuando la ciudad aplaude la próxima caída de esas naves, ultimo vestigio de la más feroz crisis de la industria que ha vivido nuestra ciudad, los patinadores lloran en silencio la perdida su más preciado tesoro: la vieja nave, amenazada de muerte. Seguramente pensarán que no es justo.

 
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