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Cartas al director: Pobre Valle de Tena, pobre Pirineo

Jesús Gabás

Un día cualquiera de agosto, viaje a Francia siguiendo como itinerario el Valle de Tena. Llegando a la altura de Formigal y ya estando previamente mentalizado para lo que mis ojos se prestan a ver, mis peores presagios se ven ampliamente superados, decenas de grandes excavadoras, camiones de gran tonelaje y no se cuantas enormes máquinas, hincan sus fauces, en las frágiles tierras de aquellas montañas. Conforme avanzo hacia la frontera, sorteando camiones, desmontes, zanjas, etc. el panorama empeora, enormes desmontes, gigantes escombreras, mi indignación crece, mi estado de ánimo empeora, me siento realmente mal, fatal, y eso sin poder ver, ni quiero, la segura e irreversible destrucción del pequeño, idílico e indefenso Valle de Espelunciecha, por el que tanto se ha luchado por unos pocos para su salvación, ante la pasividad de casi todos.

Una vez cruzada la frontera, el panorama cambia radicalmente, paisaje intacto, ganado pastando por sus amplias praderas y montañas, Pirineo tal cual ha sido, es y quiero que sea.

Los políticos de turno nos explican e intentan convencer, a mí desde luego no, que semejante desaguisado (eso sí, ha superado tal monstruosidad todos los estudios de impacto ambiental pertinentes, así como posee todos los permisos administrativos requeridos) es en pos de que el hombre de estos valles pueda vivir en los mismos, sin tener que emigrar, loable propósito, desde luego. Pero me pregunto, comparando simplemente con lo que tenemos tan cerca, Pirineo francés, sin ponernos a comparar con otros países creo que más avanzados, desarrollados y ricos que nosotros, como Austria, Suiza?, en los que también tienen abundantes estaciones de esquí, que, ¿acaso en esos países está abandonada la montaña y sus habitantes no pueden vivir en ella por falta de recursos?, ¿es que el único camino para crear riqueza y que las personas no tengan que huir de sus pueblos es destrozar lo que queda de este valle? (después de soportar la construcción de dos pantanos), causando un impacto tan brutal en un ecosistema tan frágil como este, destrozando la naturaleza de una forma tan desmesurada que nos traslada al desarrollismo de la costa de los años 60 y aun actual.

¿Qué clase de políticos nos rigen? (creo sin duda que los que el pueblo merece) que se opta por lo más fácil a corto plazo: destrucción de esa naturaleza tan privilegiada que poseemos y de la que cada vez nos queda menos, como único camino para crear condiciones de vida dignas para los habitantes del Pirineo.

¿Es que los franceses del Valle de Ossau, por poner el ejemplo más cercano, a solo 50 metros de esa monstruosidad que están haciendo, son tontos y pobres por no destruir su Valle como nosotros lo hacemos?, creo que no, y solo hace falta darse una vuelta por el mismo, ellos también tienen estaciones de esquí, pero adaptadas y dimensionadas al medio en el que están, construidas sin cometer semejantes desmanes, ellos tienen una ganadería desarrollada y apoyada por los estamentos públicos, nosotros abandonada y despreciada, ellos elaboran productos cuya materia prima es lo que su medio les da, estaciones de esquí de fondo, respetuosas en su esencia con la naturaleza, nosotros ninguna (¿porque no se invierte, aunque sea una mínima parte en la Partacua, por ejemplo, ya cerrada el año pasado?), y nosotros no sabemos hacer otra cosa que destrozar un valle, de momento.

Me pregunto que ¿quien y en nombre de qué se tiene la legitimidad necesaria para destruir de forma tan bárbara en 3 meses del año 2004 lo que la naturaleza ha creado en siglos?.

Y lo peor es, me da la impresión, de que esto no parará aquí, ¿lo próximo será Anayet? con sus turberas e ibones milenarios, o ¿acaso sea Canal Roya?. Si los políticos de turno y los intereses económicos, en la mayoría ajenos a estos valles, ponen el ojo en esos, hasta ahora, paradisiacos lugares, el siguiente paso será también su segura destrucción.

¿Pan para hoy y hambre para mañana?, la respuesta la sabrán nuestros hijos.

 
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