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Cartas al director: Fiesta de la Inmaculada

Federico Escobar Albertín, concejal de IU en el Ayuntamiento de Sabiñánigo

¿Cómo es posible que el Estado español aconfesional, que dice ser de todos, pueda mantener como motivo de una fiesta nacional la concepción inmaculada de un ser humano?

¿Cómo podemos explicar a nuestros hijos que aprenden ciencias biológicas, y quizás hasta reciben información sobre sexualidad, qué es eso de tener una hija sin haber disfrutado del coito, -cuando no existía la fecundación "in vitro"-?

Si la respuesta confusa, o por callada, es mala, la correcta es, si cabe, peor. Si les decimos que todos celebramos una irracionalidad, llamada milagro, en la que creen los católicos, la cuestión, tácita o expresa, es: ¿cómo un Estado, nuestro Estado, puede decirse tal, y ser tan irracional como para creerse eso, o, si no, tan injusto como para imponérnoslo a todos? Es mala educación cívica fomentar la desconfianza ante una legalidad civil incongruente, divina y milagrera, o la sospecha de que no somos iguales ante el Estado, que nos discrimina, al menos a ellos y a mí, que, por ende, somos de los que sólo tenemos a la sociedad civil como deuda y referencia de pertenencia.

¿Que estas denominaciones del Calendario Laboral provienen de la tradición? La tradición es un valor respetable pero no absoluto, de hecho, muchas no se mantienen, o se prohíben ?como las mutilaciones infantiles-, por muy "culturales" que se digan.

No es propio de un Estado democrático, que, por si ello fuera poco, además, explicita su aconfesionalidad, que las fiestas oficiales, salvo tres, tengan una titularidad católica, y algunas de ellas con hechos irracionales. Sin contar con los patronazgos nacionales autonómicos y locales.

 
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