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Hombres sin fe

Cristina Pérez

Ya no hay fe. Si se trata de creer en lo que no se ve. Las romerías que pueblan la provincia son motivo de reunión, de fiesta, de almuerzos al aire libre, de visitas a las ermitas y poco más. Las rogativas no tienen sentido si se trata de invocar al santo de turno para que convoque a la lluvia; las rogativas forman parte de un pasado donde el mosén de turno sacaba la cruz y guiaba a sus fieles por el camino. Como Bruno Fierro, aquél cura que dependiendo de la invocación sacaba el cristo grande o el chicorrón. Esto forma parte de las leyendas, aunque no negaré que todavía hay pueblos que siguen pidiendo agua y serenidad para sus tierras, esto ya no es lo que era.

Ahora, puestos a invocar, se fija la mirada en el meteosat; en el parte del tiempo; en las Azores o en Florenci Rey. Nada de divino, todo pragmático.

Si el hombre no ve asomar la borrasca por algún mapa del tiempo, no va a creer en que las rogativas sean capaces de hacer un llamamiento divino a las nubes. No hay fe. Esto no es lo que era.

Ahora el hombre prefiere no esperar a que el santoral de con el santo adecuado al que rezarle y sentarse a esperar. Estos hombres de poca fe de estos tiempos de secano, prefieren anticiparse y salir a la calle para decirle a la población que, mientras ningún santo asome con la borrasca entre sus manos, la cosa es más humana que divina. Así que se ponen manos a la obra y desafían al tiempo, alargando los brazos de las tuberías, cortando los grifos, reuniendo en asamblea a todas las gotas de agua en embalses e instalando un orden de prioridades.

Hombres sin fe; hombres que no se sientan a esperar....¡¡que tiempos aquellos de las rogativas!!!.

 
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