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Lhasa y Astrid Hadad, en el auditorio natural de Lanuza

Dos voces femeninas, Lhasa y Astrid Hadad, llevarán este sábado sus raíces mexicanas al Auditorio Natural de Lanuza. Dentro del especial ?En las fronteras de América del Norte?, al que está dedicada este año la parte central del Festival Internacional de las Culturas, dos mujeres con raíces mexicanas, presentarán dos formas rotundas y alejadas de los clichés de interpretar la cultura de ese país y refundirla con otras referencias.

Lhasa, nacida en Québec (Canadá), hija de padre mejicano y madre estadounidense, mezcla en sus canciones , -escritas tanto en español como en inglés y francés-, el blues, la música gitana, los ritmos sudamericanos, el cabaret y la música country. En sus temas, se advierten influencias, unas veces explícitas otras más sutiles, de cantantes que reconoce como sus modelos, como Billie Holiday, Chavela Vargas, Björk, Tom Waits, Jacques Brel o Vladimir Vissotski.

?La Llorona? y ?The Living Road? son títulos de sus álbumes, en los que se tienden puentes entre las tradiciones musicales del presente y las del pasado. Las canciones y la voz de Lhasa cruzan fronteras libremente, sus melodías son intemporales y cada tema es la convicción de Lhasa de que la vida es una carretera viva; nada se repite y nada es ordinario.

Astrid Hadad (México) es transgresora y conquista con su lucidez y su cáustico sentido del humor. Esta mexicana, acompañada siempre con su banda de músicos ?los Tarzanes?, es cabaretera, cantante y actriz, exagerada en todo; pero es sobre todo es el nuevo retrato del México de siempre, aunque con una visión renovada de su cultura, tan rica como variada, tan de Buñuel, como de Alcoriza, Rivera o de Kahlo. Con su salvaje ternura, encandila, arrolla, divierte y, sobre todo, conmueve. Descubre y redescubre, interpreta y reinterpreta la música popular mexicana; evoca las canciones rancheras, las campiranas, las bravías, las machistas, las dolidas.

En ella renace, irredenta, insurrecta y resucitada, la Diva del Cine Mexicano, la cabaretera, la rumbera, la femme fatal de los cuarenta; y su imagen se convierte en La Mujer del Puerto, invocando las fuerzas sobrenaturales en Babalú, corriendo aventuras en Salomé o viajando como un ave sin rumbo en Lágrimas Negras. Textos, versos y citas se enlazan entre canción y canción. Una ranchera empieza con una melodía árabe; un bolero se envuelve en un aire pre-hispánico; y la rumba contiene blues o rock. Nace el estilo neoranchero, el más puro ?Heavy Nopal?, donde se muestra el machismo, el masoquismo y el nihilismo de toda cultura.

 
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