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Cartas al director: ¿educación sin padres?

Ángel Pintado Barbanoj

Diputado por Huesca en el Congreso

Por lo que llevamos visto en los últimos tiempos, se comprueba que para ponernos de acuerdo en materia de educación hace falta algo más que talante. Yo diría que se necesita, además de contar con la comunidad educativa, una abundante dosis de apertura y sentido común. Entiendo que la responsabilidad de los padres es una cuestión esencial, y que el Estado no puede, ni debe, entrometerse en decidir que tipo de educación deben recibir nuestros hijos. Tampoco en los aspectos relacionados con la formación moral y religiosa. Los padres tenemos un derecho sobre nuestros hijos que es superior al formulado por el legislador. Y de ese derecho se deriva una responsabilidad grave en cuanto al modelo educativo que deseamos para ellos. Los padres tenemos hasta el derecho de equivocarnos y saber rectificar en esa línea las imposiciones de la LOE es una cuestión irrenunciable.

La Ley de Educación aprobada en el último Gobierno del PP fue el fruto de 8 años de estudios, análisis y participación. El PSOE al llegar al Gobierno, con una mentalidad enfermiza de arrasar con todo lo anteriormente hecho, quiso borrar de un plumazo una Ley que perseguía terminar con el fracaso escolar, estimular la cultura del esfuerzo, dotar de mayor protagonismo a los padres y más autoridad a los responsables de los centros educativos. La Sociedad necesita concienciar a los jóvenes que sin esfuerzo no es posible conseguir las metas marcadas, pero con esta LOE podemos entrar en una deriva que frustre las aspiraciones de muchos de ellos en el futuro.

Es una ley que nace sin consenso en su redacción: asociaciones de profesores, de padres, de centros, y también organizaciones sindicales han rechazado rotundamente el proyecto. No resuelve el fracaso escolar significa la vuelta a los planteamientos de la LOGSE (1990) cuyo fruto (según Informe PISA 2003 de la OCDE) fue que nuestros estudiantes obtuvieran resultados por debajo de la media de 40 países. El hecho de poder pasar de curso con 3 asignaturas suspendidas, mas la posibilidad de ?hacer novillos? por decisión democrática de la clase, suena a cachondeo estudiantil y nulo rigor en su formulación. Tampoco garantiza la elección de centro por parte de los padres: será la administración correspondiente la que determine el destino en función de la planificación, y los padres no podremos elegir en función del ideario, ni por la calidad del centro: sólo los más pudientes podrán elegir el tipo de educación para sus hijos, ¡vaya paradoja para un Gobierno socialista! Por otra parte, fomenta la creación de reinos de taifas, ya que las enseñanzas mínimas no tendrán más de 55% del horario escolar en Comunidades Autónomas con lengua propia, y un 65% en el resto.

Por otra parte, el papel de los padres, principales responsables de la educación de sus hijos, seguirá con escasa participación en la gestión de los colegios públicos. A lo que se añade que la financiación de los colegios concertados no queda garantizada: la ley olvida que son más baratos para el Estado: suponen un ahorro de 3.000 millones de euros. Considera, en definitiva, que la educación es un asunto estrictamente público, y que los centros privados son simples colaboradores. Planteamiento trasnochado, hijo de una mentalidad intervencionista, y que ya han abandonado los países de nuestro entorno, que han alcanzado a comprender, mediante la aplicación del principio de subsidiariedad, la perfecta compatibilidad entre educación pública y privada de manera que se garanticen los derechos de todos los ciudadanos

La LOE vulnera el derecho constitucional de los padres a elegir la formación moral de sus hijos. El hecho de imponer como obligatorias asignaturas como ?Educación para la ciudadanía? en la ESO y ?Filosofía y Ciudadanía? en Bachillerato nos retrotrae a la época de ?Formación de Espíritu Nacional?. Todo ello supone la culminación de un proyecto laicista, trasnochado y arcaico, que huele a rancio. Sueños de un viejo totalitarismo que pasa por quitar a los padres la jurisdicción moral sobre los hijos para entregarla al Estado.

La apuesta de Rodriguez Zapatero por llegar a una sociedad laica, donde la nueva religión a establecer sea el relativismo y su dios el Estado choca frontalmente con un mundo en libertad, en el que primen los derechos individuales. Esa ?Libertad sin ira? que dos millones de personas reclamaron en las calles de Madrid el pasado sábado. ¿Acaso no era usted, señor Presidente del Gobierno, el que presumía de escuchar a la calle?

 
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