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Carta al director: Estatutos

El presidente de nuestro partido Mariano Rajoy , resumía en Gerona con precisión de cirujano político la situación que vivimos en el ecuador de la legislatura: “La reforma de los estatutos es dramática porque tiene un beneficio cero para los ciudadanos y un tremendo coste para el presente y para el futuro”. Ángel Acebes daba en el blanco : “El presidente Rodríguez Zapatero es el problema”.

Este miércoles –a lo sumo el jueves- el Senado dará vía libre al proyecto de ley del Estatut de Cataluña. Ningún diputado ni senador del Partido Popular ha caído en la trampa de votar un texto que dinamita la Constitución del 78, rompe el espíritu de la Transición , propugna la insolidaridad, privilegia las desigualdades y, más pronto que tarde, cual bomba de relojería, hará estallar la unidad de España. Las cuatro millones treinta mil firmas recogidas para que “juntos decidamos el futuro” son la mejor prueba de que conectamos con una mayoría contraria a que se parcele nuestro país o se entregue a los independentistas por un Ejecutivo cuya prioridad es mirar más hacia atrás que solucionar los problemas reales de la gente. No estamos hablando de encuestas sino de personas decentes, con nombre, apellidos y DNI, preocupadas por el rumbo y el ritmo que está tomando la “cuestión territorial”. Gracias por creer en nosotros, los populares. 4 millones y 30.000 gracias más.

El texto estatutario –un monumento a la deslealtad constitucional- llegó a Madrid con un 89 por 100 de acuerdo y  volverá a Barcelona con el mínimo respaldo: apenas el 51 por 100.  Esto confirma que nuestro veto en la Cámara Alta y nuestras 74 enmiendas estaban más que justificadas para poner un poco de cordura. No ha podido ser a pesar del excelente trabajo de Josep Piqué.

El presidente de los populares catalanes recordó que “el daño está hecho”, vaticinó que la sociedad está más dividida que nunca y preguntó en el viejo hemiciclo del Senado al PSOE –no a los nacionalistas- “ si creen que la soberanía que consagra la CE y que reside en  el pueblo español puede compartirse”. Nadie le contestó, Pique denunció que este proyecto es “una reforma constitucional encubierta, que tiene alma confederal, una victoria de los nacionalismo y de los oportunismos tácticos de un gobierno débil - dijo - dispuesto a gobernar con quien sea y como sea”.

A veces, el silencio con el que se ha llevado toda la tramitación a raíz del encuentro nocturno en Moncloa entre Zp-Más, se convirtió en la peor de las mentiras. Por ello, lo más coherente, -si fueran antes demócratas que nacionalistas-, sería explicar las consecuencias de esta norma y convocar elecciones generales y autonómicas.

La esquizofrenia del Tripartito, encabezada por Maragall ; la irresponsabilidad de ERC votando sí, no, o absteniéndose en el último minuto para salvar el sillón y la visa oro de los cargos públicos, con la petición de hacerlo negativamente en el referéndum, tras la decisión asamblearia de sus bases radicales para seguir el día después reclamando la independencia, y la tensión creada en la sociedad española tienen un nombre: José Luís Rodríguez Zapatero, el único político en activo capaz de prometer construir puentes aunque no haya río. Lo que llama diálogo es solo entreguismo. Por eso Carod Rovira le ha recordado al PSC en este tiempo de despropósitos que aquí, el único que ha traicionado a todos ha sido Zapatero tras “cepillar” lo aprobado en el Parlament el 30 de septiembre.

Cuando se empiecen a notar los efectos de esta constitución catalana, no quedará margen para reconducir las injusticias, el intervencionismo, la financiación, las infraestructuras, la educación y el idioma español. El autoritarismo y la falta de libertades que impregnan el Estatut desde el preámbulo a las disposiciones   finales, serán un yugo del que no se verán libres tan fácilmente los no nacionalistas. Una herida dolorosa. El odio a lo español es la seña de identidad más acusada. “Ni muñecas con faralaes ni carteles de toros con el nombre y apellidos impreso junto a los de los maestros de la Fiesta Nacional : solo el “caganer”, que da color (y olor) catalán a la navidad”. Así lo ha impuesto el conseller de comercio Huget dando un paso más para erradicar todo lo que tenga sabor español.

El primer bienio (republicano) y zapateril ha puesto la estabilidad institucional al borde del abismo, ha dañado la imagen de la Monarquía ; ha desenterrado a los muertos de la guerra civil, ha desempolvado el fantasma de la II Republica equiparándola a la Transición ; ha enterrado para siempre en las vías los agujeros del 11-M y con su prolongado silencio sobre la tregua de ETA, otorga carta de naturaleza a un posible pacto con la banda terrorista cuyo precio sería Navarra. En suma, revisionismo y revancha.  ¿Por qué no ha contestado al ofrecimiento de Miguel Sanz de que renunciaría a la reelección si ZP blinda un acuerdo sobre el Régimen Foral?  ¿Cuál es su actitud con las víctimas? Desde luego, trata mejor a Otegui.

Y en política exterior, qué les voy a decir: la amonestación de la UE por legislar con carácter retroactivo a favor de la OPA de Gas natural –la mitad del Estatut-, como dijo Rubalalcaba ; perdidos para siempre los fondos de cohesión y estructurales, ninguneados en Oriente Medio, olvidados por EEUU, nos queda, eso sí, el varapalo que nos acaba de propinar Evo Morales , en Bolivia, al nacionalizar REPSOL-YPF a golpe de decreto y de fusil. Y encima, por favorecer a sus amigos de “ La Sexta ”, media España se quedará sin ver el mundial de Alemania. Y esto no queda aquí porque lo de la “realidad nacional” (y olé)  para Andalucía –una de sus ocho formulas mágicas para Cataluña ¿recuerdan? – ha servido para dejar fuera de juego al PP y al PA que representan a más del 40 por ciento de los andaluces. Tiene razón Rajoy: unas reformas dramáticas.

En este bienio desvertebrador, como lo definió con acierto  el profesor Jorge de Esteban, nos place recoger –por contraste- ese mensaje de unidad que pronunció el 2 de mayo la presidenta Esperanza Aguirre. “Aquella rebelión contra Napoleón, tras el abandono de la Corona , fue la primera manifestación contemporánea del sentimiento nacional de los españoles; honramos a los que perdieron la vida por la Patria con la confianza puesta en que la Comunidad de Madrid continúe siendo el marco más adecuado para impulsar la libertad y la prosperidad de todos los madrileños y de todos los españole s”. Madrid, como siempre, punto de encuentro.

 
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