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Cartas al Director: ¡No abandonemos al pueblo saharaui!

Eduardo Marco Valle

La semana pasada leí una noticia en “El País” que hacía referencia a la venta de España a Marruecos de “nosecuantos” tanques, o vehículos acorazados, o “comosediga” en la jerga militar, similares a los que nuestro ejército emplea en Afganistán. Es de suponer que estarán dotados de la última tecnología. De la noticia se desprendía un cierto orgullo por el alto nivel de nuestra industria militar.

Confieso que yo no me sentí en absoluto orgulloso, ni satisfecho. Es más, me sentí disgustado. Y no porque considere peligroso “armar” a quien hace pocos años organizó una “Marcha Verde” contra nuestros soldados, o a quien sigue reivindicando Ceuta y Melilla, Canarias o el islote Perejil. Mi disgusto era por algo mucho más inmediato: no hace falta ser un gran estratega para deducir que el destino de dichos “tanques” va a ser el control del Sahara para mantener el actual bloqueo sobre el pueblo saharaui.

Y no nos engañemos. Los saharauis no están viviendo en unas “jaimas” ni en unos campamentos dotados de unas condiciones básicas de sanidad, alimentación, educación… Los saharauis están cada vez peor, están sin lo mínimo. Recientemente estuvo en Huesca Alí Mojtar, representante del pueblo saharaui, y presentó de forma realista y descarnada la situación de estos campamentos en los que cada vez faltan más recursos indispensables para la vida cotidiana: hay falta de alimentos, de ropa, de medicinas, de material escolar…

Cada vez va disminuyendo más la ayuda internacional, sobre todo por parte de España, que ha sido el principal sostén de estos campamentos, con lo que crece la desilusión y la desesperanza de sus habitantes. Sobre todo de los más jóvenes. ¿Es que pretendemos que entre los jóvenes desencantados y sin perspectivas de futuro anide el fanatismo y el integrismo?. El pueblo saharaui es pacífico y ha sufrido sus penalidades con estoicismo, pero la miseria está invadiendo sus campamentos, y eso puede ser un caldo de cultivo muy peligroso.

¿Por qué España, nuestro gobierno, que hace lucrativos negocios con el ejército y la monarquía marroquí (no precisamente un ejemplo de respeto a los derechos humanos), “mira para otro lado” cuando se trata de ayudar a los saharauis?. ¿Es que olvida la responsabilidad contraída en 1.975 cuando, contra los deseos de los propios saharauis, repartió su territorio entre Mauritania y Marruecos?. Ese fue el origen del problema y la razón moral por la que no podemos permitir la “muerte lenta” del pueblo saharaui en medio del desierto. Estamos moralmente obligados a ayudar a los saharauis.

Por un lado, los ciudadanos: con nuestros donativos, con el acogimiento en vacaciones a niños del Sahara que en ese tiempo puedan mejorar su alimentación y sus necesidades sanitarias. Pero por el otro, el Gobierno: no dejando extinguir los programas de ayuda que venían recibiendo los saharauis y garantizándoles unas condiciones dignas y humanas. Ser humanitarios con los afganos, al otro lado del planeta, está bien; pero olvidarnos de los saharauis es inmoral, no es ético y es imperdonable. Sr. Presidente del Gobierno: Marruecos está cerca de nuestras fronteras, pero el pueblo saharaui está cerca de nuestro corazón y “de nuestra conciencia”. AYUDA PARA LOS SAHARAHUIS ¡YA!.

 
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