Cultura y sociedad

Marc Recha, Premio Ciudad de Huesca del Festival de Cine

Continúan decidiéndose los galardones y los nombres propios de la 35 Edición del Festival Internacional de Cine de Huesca. En esta ocasión, otorgará, el próximo 16 de junio durante su ceremonia de Clausura, el Premio Ciudad de Huesca al director catalán Marc Recha.

Marc Recha es uno de los autores jóvenes más interesantes en el panorama del cine europeo. Con sólo 37 años ha dirigido ya cinco largometrajes: El cielo sube (1991), El árbol de las cerezas (1998), Pau i seu germá (Pablo y su hermano) (2000), Where is Madame Catherine? (2003) y Dies D'agost (2006).

Su biografía es sorprendente: a los catorce años empezó a hacer cine produciendo varios cortometrajes. Con una beca para estudiar cine, a los veintiuno dirigió su primer largometraje, proyectado en Locarno y en Venecia. Siete años más tarde con El árbol de las cerezas, se adjudicó en Locarno el premio FIPRESCI. Su tercera película, Pablo y su hermano, fue seleccionada para el concurso oficial del Festival de Cannes.

Los modelos cinematográficos de Recha son bastante explícitos, van de Rosellini a Kiarostami, de Bresson a Godard. "Han cambiado los espectadores, se ha transformado el modo de producir y realizar cine, pero la mirada de los autores no ha cambiado nunca. En el manifiesto Dogma no hay nada nuevo, Rosellini ya había dicho todo". Una afirmación fuerte que explica la personalidad de Recha, un director adusto.

Su realismo se muestra claramente en su decisión de no doblar a los actores, que deben hablar en su propio idioma. En España, sus películas están subtituladas, ya sea al catalán o al castellano. La ropa de los protagonistas es la que llevan todos los días fuera de la escena. En Pablo y su hermano la historia necesitaba tres leñadores. Luego, entre la escritura del guión y la primera claqueta, apareció un nuevo elemento: "En la localidad de montaña la administración local había empezado a construir una carretera para enlazar mejor el pueblo con la ciudad. Con lo que adecué mi guión a esta nueva siituación ambiental y transformé a los leñadores en peones de caminos".

Además, los movimientos de la cámara no deben ser nunca demasiado rápidos. La abundancia de planos secuencia no está pensada para mostrar el virtuosismo, sino para reconstruir una especie de coreografía. "Yo creo en el cine realidad. El sentido de la historia debe surgir del respeto y del afecto del director por los actores y su capacidad de expresión".

El Festival proyectará toda su obra fílmica.

 
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