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Rafa Laliena completó la dura prueba del Ironman de Lanzarote

El deportista oscense del CLub Zoiti'89, Rafa Laliena, participaba recientemente en el Ironman de Lanzarote, una prueba especialmente dura por las condiciones de la isla ya que se nadó en el mar, además del viento y que la prueba ciclista es muy dura. Laliena consiguió terminar en una competición donde se impuso Eneko Llanos, siendo el segundo español que logra vencer en una prueba ironman, tras el triunfo conseguido por Marcel Zamora en Niza el año pasado, y el primer español que gana en Lanzarote.

El propio Rafa Laliena ha resumido su participación en esta dura cita deportiva: “La fecha del IM de Lanzarote me ha permitido hacer en los entrenamientos previos 180 kms. nadando, 5.600 en bici y 930 corriendo. Es menos de lo que hice para preparar Roth, aunque cuento con que de algo valdrán los entrenos del año pasado y encadenar tres temporadas en larga distancia. Las condiciones climáticas del lugar donde resido me fustigan en muchas sesiones de entrenamiento que en otras temporadas tocaban con mejor tiempo. Me proveo de material que me permita entrenar de noche y con frío y adapto mis horarios para perder las menos sesiones posibles que me propongo cuando planifico mis entrenos. Cuento con la compañía de mis amigos Carlos y Javier para entrenar muchas veces, siempre se agradece, sin embargo este año me ha tocado más que nunca entrenar solo y por esto la preparación ha sido mucho más dura”.

El día del IRONMAN.

Como nunca. Consigo dormir hasta las 4 de la mañana de un tirón y siento una paz interior que me llena de esperanza para acometer el esfuerzo del día siguiente. Desayuno a las 5 h. y nos vamos a la zona de salida. Observo la tensión contenida en las caras de muchos triatletas y también la tranquilidad de dos señoras triatletas que con el neopreno puesto conversan con toda naturalidad como si se encontraran en la calle cualquier día y se contaran su vida, calculo que tendrían cincuenta y muchos años y desde luego más de un ironman a sus espaldas.

La natación.

La salida es terrible y violentísima. Me propongo pasar la 1ª boya por el exterior y evitar la aglomeración de triatletas que se prevé, pero mi pésima orientación en aguas abiertas me pone justo donde no quería, en medio de todo el follón. Llevo solo 160 mts. nadados y recibo una patada que me rompe las gafas por el puente. Descubro que es imposible ponérmelas y decido dejarlas allí. Pienso que después de todo, esto no puede echarme atrás, nadaré sin gafas en la cuarta brazada sin gafas dejo de pensar en ello y procuro olvidarlo. El ojo izquierdo me duele pero debe ser solo la contusión. Me escuece el tobillo donde llevo el chip y quizás se deba a una herida y la sal del mar me produzca el escozor. Cuando termino la primera vuelta compruebo que no hay herida y me tranquilizo, ahora ya la carrera está estirada y es cuando empiezo a disfrutar, llevo 34 minutos nadando. La segunda vuelta la hago en 35 minutos y la nado concentrado en nadar bien y no sufrir mucho desgaste. He nadado todo el año pensando en esto, no quiero ser más rápido sino más eficiente. Cuando salgo del agua me encuentro tan fresco como si no hubiera hecho nada. Empiezo a sentir que por fin las cosas me empiezan a salir bien.

Salgo del agua con 1 h. 10 minutos.

En la transición me pesan nuevamente y me dicen que he perdido 1,5 kgs. Tardo más tiempo del previsto porque creo haber perdido los calcetines y me imagino cómo pueden acabar mis pies en la maratón sin calcetines, así que vuelvo en contra de la corriente de triatletas que van a la carpa que hace de vestuario hacia la bolsa donde he metido el neopreno y veo que allí no están. Cuando decido ponerme las zapas de bici y que sea lo que Dios quiera, me alegro de encontrar allí en lo más profundo de la zapatilla mis calcetines: “estoy salvado”.

La bicicleta.

Nadie va a Lanzarote a hacer una buena marca así que voy a disfrutar de los 180 kms. viendo el paisaje, comiendo cuanto me apetezca y más, y bebiendo, sobre todo bebiendo. Las carreteras son una pasada, en muchos tramos el asfalto es inmejorable y el paisaje está aderezado por algunas bicicletas que me van adelantando que son auténticas preciosidades. También yo adelanto a alguna de ellas. Me entretengo en mirar a izquierda y derecha viendo la costa y los campos de lava inhóspitos y preciosos.

Como y bebo en cada avituallamiento y en el km. 104 recojo mi sándwich de jamón y queso que me sabe a gloria bendita. Calculo que han caído 6 ó 7 plátanos, media barrita de Power-Bar, el sándwich y dos geles.

En un tamo llano (mi terreno) me adelanta Matin Jacobsen, triatleta que perdió un brazo en un accidente a los 11 años. Me quedo impresionado, no me puedo imaginar cómo puede dominar la bici en los descensos técnicos con un solo brazo, es increíble. Cuando más tarde le adelanto no puedo evitar decirle que es el mejor, supongo que debe estar harto de ánimos de todo el mundo, sin embargo me lo agradece con un gesto de su cabeza. ¡Buf!

En el km.140 casi sin querer empiezo a hacer cálculos con el tiempo. Si sigo rodando así me planto a correr con 7 h. y media, lo que me puede permitir rondar 11 h. y media en la meta si consigo correr la maratón en 4 horas. ¡No puede ser!, si había previsto con optimismo las 12 horas y media.

El viento me puso en mi sitio. En los últimos 40 kms. el viento es frontal y es muy difícil mantener la misma velocidad media que llevo hasta allí. Al final, 6 horas y 16 minutos de bici me ponen en la zona de transición con 7 horas y 38 minutos totales.

Una amable voluntaria me embadurna de crema de protección pero se olvida (y yo también) de mi riñonera. Llevo un traje de dos piezas y deja al descubierto un trozo de mi espalda que aún hoy tengo de color rojo cangrejo.

La carrera.

Qué distinto es correr cuando la deshidratación no te ha golpeado. Me sorprendo de ser capaz de correr la mitad de la maratón en menos de 2 horas, solo 1h 57 minutos. Si sigo así, puedo bajar de 12 horas. En la tercera vuelta me visita el señor del mazo, ya no consigo coger agua de los avituallamientos sin caminar como en las dos primeras vueltas. Me como en carrera unas 10 dosis de gel y no tengo sensación de hambre. El calor pega duro y me voy refrescando con esponjas y agua que me echo por encima. La tercera vuelta me cuesta ya 34:15 minutos, lo de las 4 horas se va esfumando sin remedio.

Acabo cruzando la meta muy rápido, escuchando mi nombre por megafonía y por un pasillo estrecho de gente que aplaude, entre la que encuentro a mi mujer (Mireya) que sonríe tanto como yo y me dice “muy bien Rafa, lo has hecho muy bien”. Han sido 4 h. 13 minutos corriendo. He perdido 3 kgs. desde que empezó la carrera. Al final sub 12 en Lanzarote, 11 h. 56 minutos es la marca final.

 
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