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Sordinas inoportunas

Luis Laiglesia

El próximo jueves tiene lugar una manifestación que puede y debe marcar un punto de inflexión en el devenir industrial de Huesca, aunque mucho me temo que dentro de unos meses nadie se acordará, ni de la movilización, ni de la suerte que hayan corrido los 400 trabajadores de Mildred.

Huesca asistió silenciosa al desmoronamiento del sector del metal y, si alguien no lo remedia, ocurrirá lo mismo con el cierre de Mildred.

El Gobierno de Aragón no es consciente del varapalo que el cierre de una fábrica de 400 trabajadores supone en una ciudad de 50.000 habitantes. A los oscenses no nos vale ni nos puede valer la visita de dos Consejeros sin acciones concretas. Y no se puede salir de una reunión anunciando que van a hacer su trabajo, nada más.

Puedo aceptar que el cierre de Mildred es consecuencia de una mala gestión empresarial, de la que ninguna institución es responsable, pero me resulta sorprendente que el Gobierno de Aragón no ponga en marcha un plan de choque que palie las consecuencias de los varapalos económicos que Huesca ha sufrido en los últimos 20 años: cierre de empresas con más de mil empleos perdidos, cierre de la cárcel, cierre de cuarteles. Cierre, cierre y más cierre.

De momento han llegado tímidas adhesiones a la movilización, sin olvidar que no es apoyada con la misma decisión por todos los sindicatos. Además, el Ayuntamiento, muy posiblemente, no estará representado como institución después de conocer el lema de la misma.

Ese aplicar sordina a una necesidad vital de una ciudad no me acaba de gustar, porque solo nos lleva a que Huesca continúe anclada en el conformismo que la ha marcado en los últimos años.

 
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