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Cartas al Director: “ Enseñanza, Instrucción y Educación”

José María Arrojo Hernández

Me ha parecido oportuno el artículo de D .Fernando Savater (El País, 23 de Agosto, 2007) titulado: “Instruir educando”. Al margen de algunas diferencias con él autor de carácter conceptual, considero importante que el señor Savater resalte la idea de que instrucción y educación son dos realidades distintas, pero que han de estar juntas. Que, el hecho de referirse a aspectos diferentes, no implica que sean, en la realidad, incompatibles, sino que, en la realidad, enseñanza y educación han darse unidas, porque se exigen mutuamente.

La instrucción tiene por objeto poner de manifiesto una serie de realidades, explicando qué son y cómo son dichas realidades. Explicando el cómo, el qué y el para qué de sus elementos y de su funcionamiento, los posibles efectos de su uso, su valor para la existencia humana, o para el progreso o el retraso de la saciedad, etc. En resumen, se pretende poner de manifiesto diversas realidades para explicar qué son y cómo funcionan.

La enseñanza tiene dos aspectos: Uno relacionado con el conocimiento y común con la instrucción. Sirve para dotar de conocimientos o, en su caso, aumentarlo, en la medida en que los posibles alumnos o alumnas lo vayan necesitando. Pero, también tiene un sentido práctico que consiste en adquirir y facilitar que, quien aprende, adquiera las habilidades necesarias para la vida y para la misma instrucción, por ejemplo aprender a leer y a escribir, a dialogar escuchando y respondiendo, a hablar con coherencia etc., etc...

La educación intenta que, alumnas y alumnos, vayan realizándose como personas, sepan interpretar y valorar positiva o negativamente las realidades que, progresivamente va conociendo, de manera que progresivamente puedan llagar a dar su propia respuesta personal, acorde con los conocimientos y la ilustración adquirida. Si, a quienes han de educarse, se les explica qué es la Sociedad, su importancia y los elementos necesarios para su buen funcionamiento, el sentido humanístico (o humanizador) de dicha realidad, la coherencia de tomar postura ante dicha realidad , ya sea participando positiva o negativamente en la misma, colaborando con la crítica o reconociendo su real y positiva importancia y, por tanto, ayudando positivamente. Poco a poco, el alumno o la alumna han de ir formando su propio criterio sobre esta realidad y adoptando posturas y compromisos sociales propios.

La necesidad de la educación social o para la ciudadanía surge desde el momento en que se pregunte el porqué de la sociedad y de los elementos que la integran. Por ejemplo, es imposible concebir una sociedad justa, si no hay solidaridad entre los ciudadanos de ambos sexos, sin algún modo de participación social (como el voto, por ejemplo), si no hay libertad de expresión, de reunión, de pensamiento, de participación, de sindicación, si los ciudadanos de ambos sexos no son considerados iguales en su calidad de personas, si no hay un profundo sentido de la justicia, si no hubiera un reconocimiento del diálogo como medio de solución de posibles conflictos, si no se ayuda a que ciudadanos y ciudadanas sean capaces de ponerse en el lugar de los otros (sin empatía) para entender los problemas etc., etc., etc., Decapitar la ciudadanía de sus valores es truncar y conducir la educación al fracaso

Hablar de ciudadanía y no hablar de los valores inherentes, no es hablar de una sociedad, sino de un cadáver y, por tanto, sin vida. ¿Es esto lo que se quiere para la educación para la convivencia?. Lo siento mucho y difiero radicalmente de los señores obispos que así piensan, que, por cierto no son todos,. ¡Gracias sean dadas a Dios nuestro Señor!

 
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