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Cartas al director :¿Es gratis la gratuidad?

Eduardo Marco Valle

En los inicios de cada curso uno de los temas de más interés es el de la vuelta al colegio, con los gastos que supone. Y se nos dice que en Aragón podemos estar satisfechos por disfrutarlos de forma gratuita. No obstante, ya hace varios años que bastantes padres/madres y profesionales de la educación, encontramos algunas inadecuaciones a la forma de aplicación del decreto de gratuidad.

Es cierto que es muy popular hablar de “gratuidad”, pero ¿es progresista?. ¿Es socialmente justo pagar indiscriminadamente a todos los ciudadanos los libros de texto?. ¿Incluso a quienes tienen unos ingresos muchas veces por encima del salario mínimo?. ¿Hay que dar el mismo trato al trabajador/a de Mildred que a la ingeniera o al constructor?. Personalmente, creo que estos últimos deberían pagar los libros, incluso yo mismo también. De esta forma, se podrían dedicar esos recursos a otros aspectos que también contribuyen, y mucho, a la mejora de la calidad de la educación de nuestros hijos y alumnos: podríamos construir más colegios públicos, tener menos alumnos por aula o tener más profesorado de Pedagogía Terapéutica y Logopedas.

Sin olvidar otras inadecuaciones del programa ya señaladas en cursos anteriores, como es el hecho de que los libros solo pueden ser utilizados por el alumnado para leerlos, sin escribir nada en ellos (excepto en el primer curso de Primaria). Esto dificulta el “aprendizaje activo” y el empleo de técnicas de trabajo intelectual como el subrayado, anotaciones al margen, resaltar los temas importantes etc. Como consecuencia se provoca un exceso de trabajo escrito en detrimento de los procesos de comprensión y razonamiento que se podrían ejercitar si nuestros hijos e hijas pudiesen trabajar “sin cortapisas” sobre sus propios libros de estudio. Por supuesto que esto no elimina el recurso de otras técnicas de estudio en equipo, buscando información en Internet y compartiendo materiales.

Estos son algunos de los “costes” de la gratuidad, costes que no se cuantifican en euros pero sí se evidencian en cortapisas o mayores esfuerzos y algún fracaso para adquirir ciertos conocimientos que requieren una actividad del alumno sobre su propio material de trabajo.

Es por eso que defendemos que los libros de texto sean gratuitos sin limitaciones y cada curso para los ciudadanos que tengan unos niveles de renta inferiores, pero que no se les subvencione, como hasta ahora, a las familias con amplia disponibilidad económica. Es más, que las familias con rentas más bajas no tengan que pagar los cuadernillos que editan algunas editoriales junto a los manuales, para que puedan escribir en ellos y que alcanzan unos precios similares a los propios libros. Esta sería una gratuidad sin costes educativos para nadie.

 
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