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Cartas al director: La batalla por el centro

Álvaro Calvo Rapún

Tengo para mí, y los datos y encuestas son tozudos y nos lo confirman, que la tan traída y llevada abstención que se vislumbra ante el 9- M no lo es tal de por sí; la gente no se abstiene porque ese día prefiera irse al monte o porque sus obligaciones muy particulares en cada caso, le impidan cumplir con su deber que es el voto; en todo caso será un porcentaje pequeño que hay que considerar, o no contar en un proceso electoral.

La abstención de la que tanto se escribe y habla y que todas las formaciones políticas tratan de reconvertir y conducir al voto de su redil, puede tener múltiples causas que todo analista versado o no, puede relatar. Existe en nuestro país una franja sociológica muy importante, decisiva en toda elección, que carece de padre y madre político, que no tiene adscripción a ideología determinada ni carné ni lealtades inquebrantables y que piensa y le gustaría que los líderes políticos y sus partidos se sentaran a discutir civilizadamente sobre los grandes temas de Estado y se pactaran, (precedentes los hubo cuando el interés general de la Nación privaba sobre la ocupación del Poder ), que se sentirían satisfechos si en pos del bien de la Nación, unos y otros trataran de llegar a acuerdos allí en ese punto, donde las políticas de las distintas formaciones se rozan y convergen. Y ningún partido político tiene por qué abjurar o renegar de sus principios ideológicos, siempre que respete y no se desvíe de los preceptos de nuestra Carta Magna.

Y todo esto viene a cuento de una encuesta a nivel de Estado publicada el domingo 2 de marzo en diversos periódicos nacionales, en la que se relata y se sitúa sociológicamente el ciudadano ante el 9-M.

La franja más amplia y con mucha ventaja sobre las otras, la ocupa el elector de CENTRO: el 28,3 %, aproximadamente 10.000.000 de posibles votantes. El espectro Ns/ No contesta, se llena con el 19,1 %, casi 7.000.000 de ciudadanos con derecho a voto, con pocas preocupaciones políticas y que nutrirán a buen seguro, un gran porcentaje de la abstención.

La batalla electoral está situada como en todas las elecciones generales hasta la fecha, en el CENTRO POLÍTICO; habrá gente de CENTRO en la franja moderada de los dos grandes partidos nacionales; pero hay un votante muy calificado, preparado, con sentido del deber y responsable, no adscrito, que en unas elecciones u otras, entrega el PODER a aquella opción política que considera más idónea para el período cuatrienal que sigue. Así de claro y sencillo.

En Aragón, esta opción de CENTRO, está tan presente como en el resto del Estado y se manifestará igual, pero con diferencias sustanciales: puede elegir entre tres partidos, P.S.O.E., P.P. y PAR., cosa que no ocurre en determinadas comunidades del País – País Vasco, Cataluña, Galicia – que poseen opciones políticas con caracteres a veces radicales, de veleidades independentistas que aunque dicen se sitúan en el CENTRO, no tienen el más mínimo inconveniente en tensionar el Estado y la convivencia nacional.

Aragón es buen ejemplo de gobernabilidad, de pacto, de cohesión, de políticas con sentido de Estado, de avanzar pese a las dificultades, de llegar a acuerdos entre la mayoría de las formaciones políticas. Uno de los partidos, por su ideología, por su talante, por sus hechos, -el PAR, se declara y se sitúa en el CENTRO -, ha dado gobernabilidad a la derecha y a la izquierda, rechaza el radicalismo, no pretende arañar lo que no es suyo y se conformaría con ser el representante a Cortes de ese CENTRO aragonés que velaría por el interés de un Aragón que crezca en España. Con sentido de Estado.

 
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