Cultura y sociedad

“Del Ebro a Iberia” un excepcional recorrido por el arte español en el Museo Camón Aznar de Ibercaja

Tras su exitosa reapertura, el recién remodelado Museo Ibercaja Camón Aznar de Zaragoza (MICAZ), en Zaragoza, inaugura su nueva sala de exposiciones temporales con “Del Ebro a Iberia”, una muestra que narra el protagonismo del río Ebro como referente de la cultura española a lo largo de la historia. Y lo hace a través de cincuenta y dos piezas extraordinarias (pintura, escultura, orfebrería, documentos y libros) entre las que hay obras de iberas, romanas y árabes, beatos de San Millán de la Cogolla, pinturas de artistas como El Bosco, Cranach, Juan de Flandes, Juan de Juanes, Berruguete, el Greco, Goya, Picasso, Miró, Dalí y Barceló, así como esculturas de Salzillo y Chillida.

La Exposición ha sido presentada esta tarde por el director general de Ibercaja, José Luis Aguirre, y el comisario, Antonio Meléndez, y se inaugurará mañana viernes, a las 19,30 horas. Ambos han explicado el valor y la singularidad de las piezas expuestas. Sirvan como ejemplo el “Tríptico de la Pasión”, de El Bosco; “La Sagrada familia” de El Greco; ”Don Cristóbal Suárez de Ribera”, de Velázquez y apenas visto en España; “Retrarto de Miguel Martín de Goicoechea”, de Goya, y que viene de la exposición del Prado; “Daga”, de Antoni Tapies o “Toros”, de Miquel Barceló.

El comisario Antonio Meléndez, que ya dirigió la renovación del Museo Ibercaja Camón Aznar, ha construido ahora esta exhibición a partir de la religión y el idioma, y su relación con el Valle del Ebro. El primero arrancaría de la aparición de la Virgen al Apóstol Santiago en el Pilar, a las orillas del río, y el segundo, con las primeras palabras escritas del castellano en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja, también en el Valle del Ebro. A partir de ahí, y por medio de una cuidadosa selección de obras, Antonio Meléndez ha elaborado un sólido cuerpo teórico que muestra la evolución de la sociedad, con la apoteosis artística de Renacimiento y el Barroco, la posterior inspiración de la Ilustración y el inicio de la secularización, en el siglo XIX, para acabar, en el siglo XX, con manifestaciones artísticas alejadas de cualquier dogma e incluso críticas con ellos.

Esta muestra forma parte del proyecto Ibernostrum, puesto en marcha por Ibercaja para contribuir a realzar el hito de la Exposición Zaragoza 2008. Este proyecto arrancó el pasado 30 de abril con la reapertura, completamente renovado, del Museo Ibercaja Camón Aznar, el segundo del mundo en obra de Goya expuesta y que ya ha sido visitado por 12.000 personas en un solo mes. Asimismo, el pasado día 22 se abría “Del futuro al pasado, obras maestras del arte contemporáneo”, en la sala de Ibercaja Patio de la Infanta, con 65 piezas extraordinarias de autores como Picasso, Chagall, Braque. Giacometti, Miró, Saura o Serrano. Y la próxima semana se abre en la Lonja “Aragón y Zaragoza, Encrucijada de culturas”, otra cita llamada a ser referente del verano cultural de la ciudad.

La religión y la lengua

La exposición inicia su recorrido con una tabla pintada del siglo XVI, en la que aparecen el Pilar y el Ebro, y dos tallas del XVIII y el XIV en las que se representan a la Virgen y al apóstol Santiago. A ese primer conjunto se suma un libro de aritmética de Juan de Andrés, impreso en Zaragoza en 1515. El libro está ilustrado con la Aparición en el Pilar, en la que están presentes los Reyes Católicos.

Descrita la hipótesis central, la exposición da una especie de marcha atrás, con el fin de buscar en el pasado raíces más profundas y concretas: la primera cultura íbera y la cultura romana aportada tras la conquista de la península. Este inciso está representado con dos diosas esculpidas en mármol y bronce, ambas del siglo II d.C., para continuar hacia la cultura árabe, con cuatro pequeñas piezas. Tres de ellas son de pequeño formato, objetos relacionados con las mujeres árabes; una de ellas, la arqueta de marfil, es de una extraordinaria calidad. La cuarta se trata de un capitel romano reconvertido en pila árabe.

Para afianzar el idioma como argumento, Meléndez inserta en la muestra la edición facsimilar del código latino “Aemilianensis 60”, que se conserva en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, en Madrid, aunque procedente del Monasterio de San Millán de la Cogolla. Junto ésta, se exhibe la escultura de San Millán en alabastro oscuro, del s. XIV, y la arqueta que contiene las reliquias de San Felices y maestro de San Millán, decorada con placas de marfil del siglo XI, una de las más importantes joyas que se exponen en la exposición, más dos de los Beatos copiados en su “scriptorium” y sus famosas “Glosas”.

Una vez cerrado el planteamiento inicial, la exhibición avanza hacia el periodo Románico con una Cruz procesional del siglo XII procedente de la Rioja, y dos tallas del siglo XIII. Las piezas expuestas se corresponden con un periodo identificado por la clara evolución del románico hacia el gótico. Una Santa Ana Trina o Triple Generación procedente del Museo Sorolla marca el tempo de un gótico tardío, pues la pieza data de finales del siglo XV, un momento caracterizado por el cruce de estilos y culturas y el anuncio cada vez más claro del Renacimiento español con su doble influencia flamenca e italiana.

Renacimiento y barroco: una nueva iconografía

Nueve obras y autores tan importantes como El Bosco, Cranach, Penicaud, Juan de Flandes, Juan de Juanes, Morales, Juni y el Greco acompañan y explican la representación iconográfica durante el Renacimiento. La figura de Pedro Berruguete será fundamental para explicar la tesitura de este movimiento en España, con una tabla del siglo XV, en la que pinta al arcángel San Miguel, que ha dejado de ser el que pesa las almas en el juicio y se le representa con una balanza en la mano derecha, para mostrarle como el príncipe de los ejércitos celestiales que, con su lanza, derrota definitivamente a Lucifer. La iconografía gótica, desplazada por completo, pone de manifiesto el cambio de las representaciones, que se desprenden de la religiosidad medieval y avanza hacia al hombre que precede la modernidad.

Junto a Berruguete, el comisario incorpora a Juan de Flandes, pintor de la Reina Isabel la Católica, ya que su inclusión sugiere una corriente proveniente de los pintores flamencos en el desarrollo del Renacimiento ibérico. De Flandes es la tabla “Llanto sobre Cristo muerto”, propiedad del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que se exhibe ahora en esta sala del Museo Ibercaja Camón Aznar. Acompaña el conjunto el “Tríptico de la Pasión”, también conocido como el de “Los improperios”, una obra de El Bosco pintada hacia 1523, ya cercana su muerte.

Además de la inclusión de pintores más ligados a la Reforma, entre ellos Granach, la exhibición incluye “La Sagrada Familia” y “Expolio de Cristo”, dos obras de El Greco, con las que se propone el paso hacia el Barroco. Más de doce piezas de Velázquez, Alonso Cano, Ribera, Zurbarán, Murillo, junto a Gregorio Fernández, Mena, Montañés, Mesa y Salcillo representan el Siglo de Oro español, que se cierra con los retratos “Martín Miguel de Goicoechea” y “San Antonio con el Niño”, de Francisco de Goya. A partir de un criterio cronológico, Meléndez deja en evidencia cómo el paso del tiempo diluye el tema religioso en sustitución de una representación civil y colectiva decimonónica, que cobra su expresión más firme en el maestro aragonés, dando paso al siglo XX con Sorolla.

De las vanguardias a la contemporaneidad

Nueve importantes piezas de las vanguardias están representadas en la exposición: “El pintor en el trabajo”, pintada en 1964 por Pablo Picasso; “L’Horta des Llaner” (1921) y “Estudio para ‘noia cosint” (1925), un dibujo preparatorio para el cuadro “Muchacha cosiendo” (1926), de Salvador Dalí, y “Oiseaux dans l’espace” (1960) de Joan Miró. De ese mismo año es la obra “Curato”, de Antonio Saura, una pieza cuya mirada crítica hacia la Iglesia es puesta en contexto con la elaboración de una identidad contemporánea cada vez más secular.

De Eduardo Chillida se incluye una de sus esculturas de barro chamota o tierra cocida con óxido, “Óxido G-80”, propiedad del Museo Chillida-Leku de Hernani (Guipúzcoa), mientras que Antoni Tápies está incluido con un grabado-aguafuerte, titulado “Daga”. Cierra la exposición una obra de Miquel Barceló, “Toros”, con la que el comisario Meléndez precipita un cierre reflexivo sobre la identidad como espejo en el que se refleja una elaboración colectiva de la identidad ibérica.

El comisario de esta exposición, Antonio Meléndez, es investigador, docente y crítico. Fue secretario general de la fundación Las Edades del Hombre y comisario, entre otras de la exposición «Las dos orillas», en torno al Descubrimiento de América en 2006.

 
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