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Éxito de la expedición aragonesa al Toubkal

La expedición aragonesa al Gran Atlas marroquí, organizada en torno a un núcleo de montañeros con discapacidad intelectual, hizo cima en el imponente Djebel Toubkal al mediodía del domingo 14 de septiembre, con una jornada de antelación sobre el calendario previsto. Fue el momento culminante de una extraordinaria aventura solidaria en la que el esfuerzo colectivo, el apoyo mutuo, la auto-organización y el buen humor han sido constantes, tanto en la fase de entrenamiento que comenzó con el verano como en su capítulo final.

Los protagonistas de esta inusual historia son seis discapacitados intelectuales: Pilar Andrés Mainar, Pilar Acero, Manuel Martín Minués, Santos Moliner, Julián Ramal y Fernando Berges, pertenecientes a las organizaciones Atades-Huesca, Atadi, Fundación “José Luis Azurca” y Fundación “Benito Ardid”. Cada uno de ellos ha contado desde el principio con el apoyo de un monitor voluntario, función asumida por Fuensanta “Santi” Sánchez, Ana Sanz, Cándido Sáez, Mariano Figueroa, José Luis Trasobares y Ángel Sicilia, este último jefe de la expedición. Completaban el grupo el sanitario Miguel Ángel Lafuente y el guía profesional de “Aragón Aventura” Benito Pérez, así como un equipo de rodaje del departamento audiovisual de la empresa oscense “Capycua” dirigido por el productor José Ángel Alegre e integrado por Costis Mitsotakis y David Viñuales.

Los expedicionarios llegaron a Marrakesh el viernes 12, en vuelo procedente de Madrid. Desde el mismo aeropuerto iniciaron la segunda parte de su viaje por carretera hasta la población de Imlil (Emilil, según otras transcripciones), ubicada en el corazón del Atlas. De allí se saldría al día siguiente a pie para avanzar hasta el campamento base al pie del Toubkal.

Estaba previsto que la aproximación a la montaña (techo del norte de África) se realizase en dos jornadas: la primera hasta el morabito de Sidi Chamharouch, donde era posible acampar para pasar la noche, y la segunda hasta el refugio del Toubkal, donde se instalaría el campamento base y se prepararía el ascenso a la cima. Sin embargo, ambas etapas quedaron fundidas en una sola, la del sábado 13. Los montañeros aragoneses cubrieron en un día los dieciocho kilómetros de distancia y los mil cuatrocientos sesenta metros de desnivel que separan Imlil del refugio. A lo largo de un camino, tallado a veces en las rocas, y en medio de una cordillera abrupta y salvaje, los expedicionarios rebasaron el morabito y alcanzaron el emplazamiento del campamento base a tres mil doscientos metros de altitud. La impedimenta avanzaba en paralelo a lomo de mulas.

El domingo 13 todo estaba listo para iniciar la etapa final. Lucía el sol. El grupo salió temprano de la zona del refugio, donde había acampado y afrontó las empinadas laderas del Djebel Toubkal.

El Toubkal es una montaña “joven”, la más alta de todo el Magreb. Su cima se alza sobre la cordillera del Atlas y la leyenda dice que desde allí se puede ver, al sur, el lejano desierto del Sáhara. El ascenso hasta los cuatro mil ciento sesenta y siete metros sobre el nivel del mar no comporta en principio grandes dificultades técnicas, pero es duro. Es preciso avanzar por pronunciadas pendientes cubiertas de rocas y piedras sueltas de todos los tamaños. Hay que estar muy concentrado. A casi cuatro mil metros, se alza el collado de Tizi n’Toubkal, donde los montañeros pueden recuperar el aliento para luego marchar hacia la cumbre por una arista a ambos lados de la cual es posible contemplar la mejor panorámica del Gran Atlas.

La expedición fue alcanzando la cima a lo largo del mediodía. Se desplegaron las banderas de Aragón y de la provincia de Teruel, también la de la ciudad de Zaragoza, cuyo Ayuntamiento ha sido uno de los patrocinadores de este singular proyecto. Fueron momentos de emoción, pese al cansancio. Todo el grupo estaba arriba, salvo una de las montañeras discapacitadas, a la que se aconsejó no realizar la última y más dura etapa del ascenso. Con ella se quedó su monitora-acompañante. Pero ésta, a su vez, también llegaría a la cima a primera hora de la mañana del día siguiente, lunes 15. Subió junto con Cándido Sáez, un guía de montaña y profesor de esquí en la estación de Candanchú. Cándido ostenta así un singular récord: subió y bajó del Toubkal dos veces en menos de veinticuatro horas. Y todavía tuvo tiempo de organizar en la tarde del mismo lunes una fiesta en el campamento base que incluyó una representación de “Blanca Nieves y los siete enanitos”, con los montañeros aragoneses convenientemente disfrazados y el guía Benito Pérez narrando el cuento simultáneamente en español y francés. La gente que había en el refugio, bereberes de la zona y montañeros de diversas partes de Europa, contemplaron atónitos el espectáculo.

Antes de regresar a Imlil, el grupo aún realizó una travesía ascendiendo al sur de la gran montaña hasta la cabecera del río en cuyo valle se asienta el refugio y los campamentos base. El martes 16, por la mañana, la caminata en sentido inverso dejó atrás el Toubkal. Se comió en Imlil y luego, en microbús, a Marrakesh.

La rapidez del ascenso al Toubkal permitió a los expedicionarios desncasar en Marrakesh y hacer una breve excursión a Essaouira, en la costa atlántica de Marruecos. El jueves 18 todo el mundo llegaba a Zaragoza de noche y sin más novedad que la euforia de haber cubierto los objetivos del viaje.

Las asociaciones organizadoras de la expedición, así como FEAPS-Aragón (la federación que las agrupa junto a otras ongs del sector de la discapacidad intelectual) han querido demostrar que las posibilidades de aquellos que “consideramos discapacitados pueden llegar mucho más lejos de lo que la opinión pública suele creer”. Asimismo, con esta auténtica proeza, se ponen sobre la mesa nuevas perspectivas en el campo del ocio y del desarrollo personal. En este terreno ya vienen trabajando con notable éxito diversas asociaciones. En concreto, el ascenso al Toubkal va a ser sin duda un acicate para extender las actividades montañeras que se llevan a cabo desde Isín, aldea reconstruida por la Fundación “Benito Ardid” y convertida en un centro de vacaciones para discapacitados de todo tipo.

 
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