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35 equipos de toda España se dan cita en la XVII Travesía con Perros de Tiro de Los Monegros

La Travesía con Perros de Tiro de Los Monegros celebra durante estos días (hasta el domingo) su decimoséptima edición consecutiva. La única prueba de media distancia sobre tierra que tiene lugar en España, organizada por el Club de Mushing Monegros, se ha convertido por derecho propio en una clásica del deporte del mushing a nivel nacional, en la que, por razones organizativas y de un mayor ritmo de competición, se ha limitado la participación a 35 participantes, procedentes de distintos puntos de la geografía española, como Galicia, Andalucía, Asturias, Cantabria, Madrid, Cataluña, Navarra, Comunidad Valenciana, Castilla y León y, por supuesto, de distintos puntos de Aragón (Huesca, Perdiguera, Binéfar, Ayerbe, Barbastro, Pinseque, Tabuenca, Zaragoza capital, etc).

Esta XVII edición constará de cuatro etapas, una de ellas nocturna, en las que los participantes (denominados mushers) recorrerán, merced a la potencia y destreza de sus perros, los 90 kilómetros de que consta la prueba, que discurrirá por los términos municipales de Lanaja, Lalueza, Sariñena y Grañén, al norte de la comarca de Los Monegros.

A priori, el segundo de día de carrera puede ser el que marque las mayores diferencias de cara a la clasificación final, dado que en él se celebran dos etapas, una de ellas nocturna, que tendrá como escenario las pistas de tierra y los revirados caminos que serpentean el municipio de Sariñena, capital comarcal que este año recibe por primera vez la visita de la Travesía con Perros de Tiro de Los Monegros. Un año más, esta etapa nocturna pondrá a prueba al sentido de orientación de corredores y perros y volverá a reforzar el sabor de aventura que destila esta peculiar competición de perros de tiro sobre tierra.

El director de carrera constata la dificultad de la segunda jornada: “En principio, tiene visos de ser la más complicada, no por la suma de kilómetros de las dos etapas, sino por el tiempo que transcurre entre el final de una y el comienzo de la otra”. Para José Manuel Orós, aquí jugará un papel decisivo el adiestramiento de los canes: “Aquél que no haya sido entrenado para descansar en esas 5 horas de receso lo acusará después en el tramo nocturno, por lo que cobra mucha importancia el trabajo que los mushers hayan realizado con sus perros en los meses previos a la carrera”.

Otro de los grandes enemigos con que se pueden encontrar los participantes es la climatología. El barro, si llueve, y sobre todo la niebla. “La carrera discurre por una zona de canales de riego y, cuando hay humedad, la niebla se agarra con facilidad”. “De ser así”, concluye Orós, “la capacidad de orientación de los mushers se vería debilitada y tendrían mayores dificultades para guiar a sus canes a la línea de meta”.

Como en años anteriores, se han establecido distintas categorías: Categoría A, para bicicletas tiradas por entre uno y tres perros; Categoría B, para karts remolcados entre 3 y 6 perros; y Categoría C, para karts movidos por entre 6 y 12 perros. Todos los mushers deberán completar un itinerario no señalizado, valiéndose únicamente de la fuerza de sus canes, de su pericia, de una brújula, de un cuentakilómetros y del road book o libro de ruta facilitado por la organización.

La peculiar orografía y las duras condiciones climáticas características de la comarca de Los Monegros hacen de esta prueba la más recomendable de toda España para conseguir fondo y resistencia en los perros de cara a la temporada de invierno.

En esta competición, los trineos de nieve son sustituidos por karts o bicicletas, lo que supone una mínima dificultad para los equipos de nuestro país, acostumbrados a entrenar sobre tierra, ya que las posibilidades de hacerlo en nieve se reducen a escasos tres meses a lo largo del año.

Los orígenes de esta dura prueba se remontan al año 1991. Desde entonces, la Travesía con Perros de Tiro de Los Monegros acude a su cita anual con esta comarca aragonesa, con sus desérticos y e incomparables parajes, a veces nevados y a veces embarrados; con su dura climatología, con sus gentes, que año tras año dan sentido a una competición en la que el hombre y el perro están obligados a compenetrarse hasta en lo más íntimo a riesgo de naufragar en el desierto. Y, en definitiva, con la aventura en estado puro, en la que el éxito y el fracaso discurren por atajos paralelos, dispuestos a cruzarse, sin previo aviso, en el camino de quien ose desafiar a la estepa monegrina. Un año más, la suerte está echada.

 
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