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"Ganar los corazones y las mentes de la población resulta fundamental en conflictos como Afganistán"

El teniente general Jefe del MADOC, Francisco Puentes, ha destacado en el Curso Internacional de Defensa de Jaca que “el conocimiento de la cultura, creencias y expectativas de los afganos resulta necesario para lograr su comprensión y apoyo”.

“El concepto de guerra ha cambiado completamente, nos encontramos en la guerra entre la gente. En este nuevo modelo, la gente en las calles, en las casas, en el campo… la gente en cualquier parte, es el campo de batalla. La actuación militar puede desarrollarse en cualquier parte, pero siempre habrá que contar con la presencia de la población, cuyos corazones y mentes deberemos ganar”. Ésta es una de las conclusiones que ha planteado el teniente general Francisco Puentes, Jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), en su intervención en el XVII Curso Internacional de Defensa.

El teniente general Francisco Puentes ha sido contundente al asegurar que “los conflictos actuales no se solucionan con las repuestas del pasado, es decir, únicamente con la fuerza militar. Apoderarse o controlar el terreno es secundario a proteger la vida y dignidad de los no combatientes y capturar las percepciones es el nuevo objetivo”. Para ganar la batalla por las percepciones, prosigue, “es fundamental el conocimiento de la cultura, creencias, valores y expectativas de la población”.

El objetivo fundamental es construir “un interés común”, de forma que “se logre el apoyo de la población para que no se ponga de parte de los insurgentes”. En este sentido, ha destacado como muy importante la presencia de mujeres en escenarios como Afganistán, “tanto en la ejecución como en el planeamiento de las operaciones a desarrollar en la zona, en los niveles de mando intermedios o integradas en las agencias gubernamentales, ya que ganarse a las mujeres en estas sociedades tradicionales supone una gran victoria”.

Por otra parte, ha asegurado que en zonas de operaciones como Afganistán se está desarrollando lo que el teniente general ha definido como “la guerra de los tres bloques”. En un determinado momento, ha apuntado, “nuestro personal estará proporcionando asistencia humanitaria; en el momento siguiente estará conduciendo una operación de imposición de la paz y finalmente, por la noche o de madrugada puede que esté inmersos en una batalla de media intensidad pero de alta letalidad contra un grupo de insurgentes, todas el mismo día y en tres bloques de la misma ciudad”. La realidad de este concepto, ha concluido, “es que los actuales combatientes deben estar instruidos y adiestrados para actuar en estos tres ambientes de forma simultánea y para conseguir esto, el liderazgo debe ser muy elevado, incluyendo a los niveles más bajos”.

Finalmente, el Jefe del MADOC también ha destacado en su intervención que el ambiente operativo en los conflictos presentes y futuros va a estar marcado por: la globalización, los movimientos migratorios, el cambio climático, los desastres naturales y medioambientales, la competencia por las fuentes de energía, los estados fallidos, el desarrollo tecnológico, la proliferación de armas de destrucción masiva, la enorme expansión de las áreas urbanizadas, el narcotráfico y la delincuencia internacional.

Por otra parte, el general de Brigada Luis Feliú, del Cuartel General de la OTAN en Madrid, ha explicado cómo ha evolucionado la estrategia de ISAF en Afganistán desde el comienzo de la operación hasta hoy; una evolución que a su juicio ha sido fundamentalmente “conceptual”. “Lo importante de esta misión en Afganistán ha sido redefinir el centro de gravedad de la operación, que inicialmente fue la insurgencia, y fundamentalmente el movimiento talibán”. Este centro de gravedad, a su juicio, estuvo muy influenciado por los atentados del 11 S “y duró hasta bien entrado 2007”. Ahora la situación es distinta y es necesario un nuevo enfoque y, de hecho, se está trabajando en una nueva estrategia.

Haciendo hincapié en los argumentos utilizados por el Jefe del MADOC, ha destacado que “si en Afganistán conseguimos que la población aísle a la insurgencia tendremos bastantes posibilidades de neutralizarla porque destruirla es muy difícil”. Ese cambio de estrategia pasa, según el general Luis Feliú, “por colaborar con los afganos en la reorganización de su Policía y Ejército, tenemos que ayudarles a pescar y no darles los peces directamente”.

Sobre la necesidad de una mayor presencia de tropas en Afganistán que garantice el éxito de esta estrategia, el general Feliú ha explicado que prefiere hablar de “capacidades operativas, de inteligencia y fuerzas especiales, núcleos muy pequeños y especializados”. Y es que, a su juicio, cuando se habla de más presencia militar en Afganistán “se tiende a pensar en más compañías, batallones o regimientos, pero yo prefiero hablar de más capacidades operativas para intentar tener éxito en el cumplimiento de la misión”.

Además, el general de Brigada Luis Feliú ha asegurado que “lo importante de esta nueva estrategia es que la posible solución no sólo está en manos de las Fuerzas Armadas, sino que es necesaria una mayor implicación de la estructura civil, de los ministerios de Asuntos Exteriores o Interior, de la Agencia Española de Cooperación Internacional…”.

Finalmente, el investigador de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), Robert Matthews, ha hablado sobre la Operación Libertad Duradera. Matthews ha hecho un análisis crítico de la estrategia de Estados Unidos en la zona incidiendo en “los errores cometidos principalmente por la Administración Bush en Afganistán entre 2001-2005”. Estos errores, a su juicio, fueron varios, pero, sobre todo,”incluían una estrategia que primaba el aspecto militar sobre la reconstrucción del Estado y la sociedad,  pero se erró en el resultado esperado: una mejor seguridad local para los ciudadanos. Además, también se cometió el error garrafal de privar la misión en Afganistán de los suficientes recursos, que fueron desviados hacia una guerra innecesaria en Irak”.

Aun cuando el Pentágono empujó el desarrollo de un Ejército nacional afgano y para mediados de 2006 transfirió parte de sus funciones militares a la OTAN, el papel de EE.UU., según Matthews, “continúa siendo dominante y Washington sigue estableciendo las reglas de juego para la participación militar internacional en virtud de sus propias fuerzas de combate en el terreno (en Operación Libertad Duradera) y como el miembro más prominente de la OTAN”.  

La realidad actual, según el ponente, es que el nuevo Gobierno de Barck Obama ha heredado un “auténtico desbarajuste”, al que el presidente de Estados Unidos intenta dar un giro con “un refuerzo militar de 17.000 soldados y 4.000 instructores, más 5.000 soldados de la OTAN, el aumento de recursos en materia de gobierno, economía, sociedad y desarrollo, y la aprobación de negociaciones con algunos líderes talibanes moderados, así como favoreciendo una actuación diplomática a escala regional entre los países vecinos de Afganistán.

Sin embargo, el investigador Robert Matthews considera que “un refuerzo militar puede lesionar cualquier iniciativa de otra índole no militar que se desee poner en práctica en Afganistán y Pakistán. Una mayor presencia militar que impulse operaciones transfronterizas en territorio pakistaní puede echar por tierra las oportunidades de un diálogo regional”, concluyó.

 
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