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Cartas al director: ¿Cómo vemos el cine en Huesca?

Alberto Romeo Inglán, politólogo y cinéfilo

Como aficionado al cine voy una o dos veces a la semana a alguna sala, y también a las de actos culturales, jornadas, documentales, etc. Del llamado cine comercial he ido a casi toda la variedad de salas que existen: multicines, salas de centro comercial, cines-teatro, y cines de una sala (esto por desgracia sólo en Huesca, se acuerdan de ir al cine en el Odeón y al Avenida, para mi son más que locales comerciales). Me gusta casi todo el buen cine, y me gusta verlo con calidad, no me resigno a verlo en mi casa por muy buen equipo que pueda tener.

Y como es lógico no he ido al cine sólo en nuestra ciudad, lo he hecho en muchas otras ya que para mi es un gran entretenimiento: ocio, cultura y amigos, es fin de semana y diversión.

Sabrá cualquier oscense que en Huesca, tenemos una cultura de cine bastante arraigada. Lo primero el Festival de Cine. Además existen videorrealizadores, guionistas, directores noveles, actores e iniciativas diversas, incluso productoras. Mención a parte y por su importancia merece el Cineclub de la Peña Zoiti, germen del Festival, y en donde tanto y tan buen cine se ha visto durante todas las décadas que ha venido funcionado. Y el cine-club infantil de la Linterna Mágica, que tan buena pedagogía y calidad tiene.

En Huesca recuerdo ir al cine de Salesianos, al Odeón, al Avenida (extinta y casi difunta sala, una de las pocas que se conservaban con más de 1000 butacas) y a ese gran renovado Teatro Olimpia, honrosa excepción de proyecciones con calidad en la actualidad; he escuchado historias del cine en el Principal, en San Viator también, experiencias que nos dicen cuanto nos gusta el cine a los oscenses.

Al margen de recuerdos quería comentar la tristeza que me da ir al cine en Huesca. Tenemos que resignarnos a ir a los Multicines Cinemundo, que ya se crearon con polémicas, pero que echaron a andar con un cierto éxito. Hace unos años se cambió la gestión de las salas a una nueva empresa. Supongo que su objetivo era reflotar unos cines, que habían encallado en sus recaudaciones y afluencia.

Espero que sanearan sus cuentas, ya que la actual gestión de las salas es de mínimos, y los oscenses, como no nos queda otra, seguimos acudiendo al cine, con desigual afluencia. Es una ciudad pequeña en la que las grandes películas tienen más tirón, y la poca oferta desalienta a ver películas menores de presupuesto, o de nacionalidades no angloparlantes, que se programan además de los taquillazos.

Creo que por lo que se paga se puede exigir un mínimo de servicio digno: una proyección en condiciones (sin desenfoques, suciedades, descuadres, etc.), la luz de sala de proyección apagada, la sala, baños y escaleras limpias y ordenadas. Por más de 6 euros tenemos derecho a mucho más de lo que sufrimos actualmente.

Si los cineastas a los que se les dedicó las cada una de las 6 salas vieran esto no sé si estarían de acuerdo con que unos cines así llevasen sus nombres.

Hay muchas formas de recortar gastos en una empresa, pero en las culturales no se puede recortar en la calidad. En Huesca conocemos el cine de calidad. Me gustaría tener una solución, de momento les pido a los gestores que por favor cuiden un poco más el cine, no es tan difícil.

 
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