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Estrellados

Luis Laiglesia

Huesca se ha quedado sin una estrella Michelín, y eso debería plantearnos una reflexión profunda de hacia dónde va la gastronomía de la ciudad y de la provincia.

El que piense que el galardón lo ha perdido el Lillas Pastia o Carmelo Bosque se equivoca de medio a medio ya que constituye un primer toque de atención para todo el sector.

Cuando Carmelo y su equipo y la Familia Abadía consiguieron sus respectivas estrellas, este país era un desierto culinario con excepciones como las citadas. Pero las cosas han cambiado. Todo el mundo ha seguido avanzando a un ritmo endiablado y, mientras, nosotros nos hemos dormido en unos merecidos laureles.

Lo primero que ha dicho Rafael Abadía, el maître de las Torres, al conocer la pérdida de la estrella por parte del Lillas, es que no es una buena noticia para ellos ni para la alta gastronomía de la provincia, y que lo sentía de veras. Espero que el resto sientan lo mismo.

Huesca, en concreto su Ayuntamiento, nunca se ha creído lo de la alta restauración. Sin embargo, es de las pocas cosas de las que nos podemos sentirnos orgullosos en una ciudad en la que contados proyectos aportan un valor añadido de calidad y excelencia.

En los últimos años Carmelo Bosque ha mantenido un pulso inaudito por la concesión del local en el que todos los días oficia, sin que el Consistorio entendiera que estaba poniendo piedras en un camino en el que no debería hacerlo. Sería injusto cargar en las espaldas municipales la pérdida del galardón, pero digamos que poco o nada ha hecho por contribuir a su conservación.

Por otra parte, la Asociación de Hostelería ha estado más ocupada en solventar las intrigas palaciegas de cuatro familias que en apoyar la causa común. Todos aquellos que podían renovar la imagen de la hostelería de la provincia se van quedando por el camino hastiados de soportar críticas injustificadas.

Señores, han tocado andana. O la hostelería de la provincia se pone a trabajar, suelta lastres de pretéritos apellidos ilustres o vendrán tiempos peores a los actuales.

En todo caso, cada uno que haga lo que quiera, pero seguiremos comiendo en el Lillas, a la espera de que Michelín le retorne el reconocimiento, cuya pérdida todos hoy lloramos, el primero Carmelo Bosque, quien ha aceptado como un caballero la decisión de la Guía.

 
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