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Discurso de Antonio Cosculluela en el XXXI Aniversario de la Constitución

Intervención del Presidente de la Diputación Provincial de Huesca

Huesca, 3 de diciembre de 2009

Sr. Alcalde,

Sr. Subdelegado del Gobierno,

Sr. Delegado Territorial del Gobierno de Aragón,

Autoridades,

señoras y señores:

muy buenos días.

Como Presidente de esta Diputación Provincial, quiero darles a todos ustedes la bienvenida a esta celebración en homenaje a la Carta Magna Española de 1978. Como su presencia atestigua, entre todos los actos institucionales que celebramos a lo largo del año, probablemente, éste es el que mejor simboliza la cohesión social y el espíritu de colaboración interinstitucional.

Dentro de un par días, el 6 de diciembre, hará 31 años que el pueblo español, por amplísima mayoría, refrendó el texto constitucional. Aquella consulta popular vino a culminar un intenso proceso de consenso social, político y territorial, en el que se habían involucrado los representantes de todos los partidos políticos.

Nuestra Ley de Leyes, no fue fruto de la improvisación, ni se concibió sin esfuerzo. La justicia, la igualdad, el pluralismo político –principios en los que se basa nuestra Constitución- eran conceptos de aplicación desconocida para aquella España de hace, tan sólo, 31 años. No era fácil -con la proximidad y el peso del pasado más reciente- establecer un nuevo sistema de organización del Estado, que garantizara la separación de sus poderes y que contemplara la creación de nuevas estructuras administrativas, que funcionaran según los principios democráticos.

También era necesario buscar fórmulas que permitieran vertebrar un Estado que, salvaguardando su unidad, contemplara las aspiraciones de los distintos territorios que la componen.

Todas ellas, eran cuestiones complejas, que se planteaban dentro de una sociedad con escasa experiencia democrática. Pero nuestra historia nos había enseñado –repetida y dolorosamente- que era preciso encontrar la forma de dar respuesta. Y, las Cortes Constituyentes –afortunadamente- así lo entendieron, y supieron escribir, desde el diálogo y la tolerancia, una Constitución para la concordia.

Bajo su amparo, aquel 6 de Diciembre de 1978, España iniciaba la más larga

etapa de progreso y apertura que nuestro país haya conocido. Con plena y firme voluntad de construir una sociedad nueva, los españoles, nos habíamos dotado del instrumento que sería la base sobre la que íbamos a levantar nuestro sistema democrático.

Hacer realidad el mandato constitucional, era un reto que exigía generosidad por parte de todos y un enorme sentido de Estado. Era preciso armar -desde los cimientos- toda una nueva estructura política y administrativa, que estuviera al servicio de las expectativas sociales que se habían generado.

El 29 de Diciembre de aquel mismo año, tras ser aprobada la Constitución, eran disueltas las Cortes y se convocaban las primeras elecciones municipales democráticas. Los españoles iniciábamos un camino que ha supuesto un avance permanente. El recorrido ha requerido flexibilidad y, también, diálogo y trabajo conjunto. El resultado final es una trayectoria que ha sido trazada entre todos, desde la pluralidad.

Este año se celebra el treinta aniversario de los Ayuntamientos democráticos, que comenzaron su andadura el 3 de abril de 1979. Nuestra Constitución los situaba –en su Artículo 138- en un lugar preferente dentro de la organización del Estado, junto a las provincias y a las Comunidades Autónomas.

La Carta Magna destinó su Capítulo II a fijar las bases sobre las que se levantaría el nuevo modelo de Administración Local. Posteriormente, en esta materia –como en todas las materias- ha tenido lugar el desarrollo normativo que ha ido concretando el funcionamiento de los Ayuntamientos. Partiendo prácticamente de la nada, la administración local española ha tenido que reinventarse para ponerse al día.

El reto era alcanzar unos niveles de prestación equiparables a los proporcionados por nuestros vecinos europeos, cuyos sistemas habían sido madurados al amparo de una amplísima experiencia democrática. En tan sólo treinta años, los Ayuntamientos españoles, han demostrado su capacidad para organizarse internamente y para responder a las exigencias ciudadanas.

A partir de unos recursos económicos y humanos muy limitados, los municipios se han convertido en los referentes de la administración para los vecinos. Su proximidad, independientemente de las competencias que la ley les confiere,

les sitúa en primera línea y les constituye en el termómetro del sistema democrático.

Los Ayuntamientos se han comprometido en la ejecución de infraestructuras y en la prestación de servicios públicos a sus ciudadanos, y se han constituido en valedores de las aspiraciones del territorio ante otras administraciones. La administración local ha adquirido un gran protagonismo en la materialización del principio de igualdad de oportunidades, revelándose como un importante elemento

para la vertebración territorial y la cohesión social.

En tan sólo tres décadas, los Ayuntamientos, han contribuido –muy por encima de sus medios y competencias- a la modernización del país. La ejecución de carreteras, pavimentaciones, electrificaciones, agua, escuelas, bibliotecas, instalaciones deportivas, centros sociales y culturales, la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación, ha modificado radicalmente el mapa de infraestructuras a disposición de los ciudadanos de nuestra provincia.

La administración local, también, se ha comprometido en la extensión de los

servicios públicos a la población y ha sido capaz de adaptarse con gran agilidad a las demandas ciudadanas. Las fórmulas de colaboración intermunicipal -que ya contemplaba la Constitución de 1978-, posibilitaron la puesta en marcha de organizaciones territoriales, que han representado una gran oportunidad para extender todo tipo de servicios, hasta los más pequeños Ayuntamientos de nuestra provincia.

El impulso modernizador que la administración local ha imprimido al medio rural oscense, lo ha transformado en un escenario más amable para la población y para la implantación de actividades económicas. La mejora de las infraestructuras y de la calidad de los servicios públicos, ha fomentado el equilibrio territorial y ha incidido positivamente sobre la igualdad de oportunidades para ciudadanos y territorios.

La colaboración interinstitucional ha sido clave para la transformación de este país, en un espacio de tiempo tan breve. Entre todos, administración local, central y Gobierno Autónomo, hemos ido haciendo posibles los principios constitucionales y mejorando nuestra realidad. Cada uno, desde su ámbito, ha intervenido en el proceso y sin su actuación –en comunicaciones, en sanidad, en educación- no hubiera sido posible el avance que se ha registrado.

Quisiera que este acto, en honor a la Constitución, sea entendido también como un homenaje a la sociedad y al sistema de libertades, por el que la ciudadanía de este país optó hace 31 años. Por último, permítanme, en estas fechas tan cercanas a la Navidad, terminar con un deseo:

Que en estos momentos de dificultades que atravesamos, este país continúe confiando en sí mismo, y en el sistema y las instituciones de las que libremente se

dotó. Que nos acompañe el espíritu esperanzado de aquel 6 de Diciembre, en el que nos constituimos en ciudadanos de un pueblo soberano.

Muchas gracias a todos, por vuestra atención.

 
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