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Un poquito de calma, por favor

Luis laiglesia

La situación social y política del municipio de Siétamo tiene visos de ir para largo.

El último pleno de presupuestos vivido, en un atípico Salón de Actos repleto de público, dejó bien a las claras la existencia de dos bandos en el pueblo que, poco o nada ayudan al discurrir normalizado de la vida de una población de este tipo.

No seré yo quién señale culpables, no se puede pecar de semejante osadía, pero sí que los representantes políticos, gobierno y oposición, deberían darse un paréntesis, con el objetivo de elevarse en el tenso día a día y analizar si pueden hacer algo más por los ciudadanos que los han votado y los que no.

Al término de la sesión plenaria, una señora les dijo a unos y otros que se iba decepcionada de lo que había visto, y que no se esperaba que el pleno de su pueblo se desarrollara en semejantes términos.

Fue lo más coherente que se oyó en la sala, porque el resto fueron descalificaciones, algún insulto y varios tacos malsonantes, completamente innecesarios y extemporáneos a todas luces.

Que las formas son importantes en democracia, es tan tópico como cierto, pero que estas se han perdido en Siétamo, también.

Luego estarán los intereses de unos y los de otros, todos ellos legítimos, y algunos inconfesables, pero eso es el juego de la política, el arte de hacer posible lo difícil y hasta lo imposible.

Un poco de sosiego no le iría mal a alguno en el seno de gobierno y oposición, entendiendo que cuando alguien es concejal de una población lo es de sus partidarios y de los que no lo son. Unas regla de oro de nuestro ordenamiento que debería figurar en todas las instituciones y partidos políticos, incluidos los grandes, y hasta en los que se denominan independientes.

 
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