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Clásicos en la Frontera reduce su cantidad pero no su calidad

El Festival de la Ribagorza Clásicos en la Frontera vive este año uno de los mayores recortes de la historia de este festival que llega, este verano, a sus XV ediciones. Con poco más de la mitad de su presupuesto pasado, su director, José Antonio serena, lo tiene muy claro, “se ha recortado en cantidad de conciertos pero se sigue manteniendo su buena calidad”.

Se espera que, durante los meses de julio y agosto, unas 7.000 personas se acerquen a los quince conciertos programados que arrancarán, este sábado, en Benabarre, con la actuación del Coro Enchiriadis.

Precisamente la voz es, en esta edición, es la protagonista. Cada año hay un hilo conductor encargado de unir todo el festival. Por ese motivo, los conjuntos corales tomarán una especial relevancia en esta edición.

Clásicos en la Frontera seguirá su línea de unir a artistas consagrados con jóvenes promesas de la zona. Además, también volverá a apostar por la innovación, ofreciendo un concierto, el de Lascuarre, en el que la música barroca, las imágenes y la poesía se entremezclarán.

Se trata del tercer año de José Antonio González como director del festival. En este caso, el grausino admite que ha sido complicado crear el programa de esta edición, en especial, por tener que cuadrar las agendas y por la reducción del presupuesto aunque, afirma, esto ha hecho que se mire más a la tierra, trayendo agrupaciones con el mismo nivel de otras que han estado con anterioridad, pero más cercanas.

El patrimonio ribagorzano se une con la cultura a través de un camino imaginario que nos lleva desde el órgano de Torreciudad al de Roda de Isábena, pasando por El Grado, Secastilla, La Puebla de Castro, Graus, Capella, Lascuarre, Isábena y Benabarre.

 
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