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La meditación budista, una alternativa para aliviar el dolor crónico

No es habitual que los métodos científicos y la meditación budista mezclen sus métodos para un objetivo común. La Unidad del Dolor del hospital San Jorge de Huesca ha sido pionera en este encuentro y hace 3 meses comenzó esta experiencia con el monje budista Karma Tempa. No promete mitigar el dolor físico, pero está demostrado que el control mental ayuda a paliarlo.

Angustia y miedo son algunos de los sentimientos que habitualmente acompañan al dolor crónico e inciden directamente en la calidad de vida de quienes lo padecen. Sobre estos efectos puede trabajar la meditación budista.

Karma Tempa, monje budista

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Una de las enseñanzas budistas dice que no se trata de que el mundo se adapte a nosotros, sino al contrario. Que el concepto que nos ayuda a vivir no es “cambiar”, sino “incorporar”. Para ello la meditación es un camino.

Los consejos que ha dado Karma Tempa a los pacientes crónicos de la Unidad del Dolor de Huesca comienzan por conseguir un cierto control de la mente. Para ello hay que fijar la atención. El segundo paso sería incentivar los aspectos más nobles que a veces las situaciones difíciles inhiben. Para acabar, Karma Tempa considera que el mejor analgésico es la calidez y la empatía benevolente. “El amor, la compasión y la sabiduría”.

No se trata de reemplazar la medicina, nos cuenta, y añade que el Dalai Lama actual ha abierto el budismo a occidente propiciando encuentros con proyectos científicos que han demostrado que diferentes estilos de meditación actúan en zonas específicas del cerebro que tienen que ver con las emociones positivas, en detrimento de las zonas del cerebro que se relacionan con la depresión o la ansiedad.

En Huesca, a través del doctor Alfredo Bondía, se han acercado ambos mundos de una forma pionera, ya que no conocen una experiencia similar en otros hospitales españoles.

En el Hospital General San Jorge de Huesca, la meditación se suma a los procedimientos no agresivos, farmacológicos y no farmacológicos, que, desde 2005, se aplican a pacientes con dolor crónico dependientes de la Unidad de Dolor Crónico. Responde a las necesidades de aquellos pacientes cuyas posibilidades de tratamiento son inexistentes en otros niveles asistenciales.

 
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