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El aeropuerto de Huesca-Pirineos, tan estricto en su protocolo de seguridad, lo anuló el pasado domingo

El Aeroclub Nimbus, en su página web, recoge un escrito en el que, bajo el título de "¿En manos de quién está el aeropuerto de Huesca? Un sainete en tres actos", relata lo que sucedió desde el pasado jueves y hasta el domingo, con la presencia en el aeropuerto Huesca-Pirineos de un reactor ejecutivo, que procedente de Estados Unidos, impidió que se pudiera relizar ninguna actividad de vuelo a vela durante el fin de semana, por la incapacidad de los responsables del aeropuerto. Añaden que, después de haber puesto numerosos problemas y de haber activado el denominado Servicio de Información Aeroportuaria (que incluía el traslado de una persona desde Madrid), finalmente éste no se utilizó y se anuló el protocolo de seguridad.

Desde el Aeroclub Nimbus se reprocha, una vez más, a los responsables del aeropuerto que no se les informase de que estaba programada la llegada de este avión, lo que suponía que no podrían volar. Al no saberlo, hubo socios que se desplazaron desde Zaragoza, Barcelona o Madrid, y no pudieron volar.

El despegue, el domingo, del reactor ejecutivo se retrasó media hora, porque los servicios del aeropuerto oscense no aceptaban el pago con la tarjeta mundialmente aceptada American Express, para pagar las tasas de operación del aeropuerto. Una vez que consiguieron pagar, la operadora del servicio de Información Aeroportuaria comunicó que cerraba el servicio y que a partir de ese momento el reactor ejecutivo quedaba autorizado a despegar sin necesidad de establecer contacto con nadie y descargando en los deportistas del Aeroclub Nimbus y los pilotos del avión ejecutivo la responsabilidad de la coordinación entre ambas actividades.

Los responsables del Nimbus denuncian que AENA anuló de forma unilateral el protocolo establecido, inhibiéndose y dejando esa responabilidad en manos de los usuarios del aeropuerto, por lo que dudan entre afirmar que el protocolo es inútil o que los responsables del Aeropuerto son unos irresponsables.

Recuerdan, finalmente, que este aeropuerto de 60 millones de euros, que cuesta millones mantenerlo abierto, y con una gestión parece encaminada a poner todas las trabas posibles a sus usuarios, altera sus mismos protocolos y actúa de forma arbitraria. Por tanto, el problema de seguridad para el que teóricamente se han montado unos complicados y costosos protocolos, deja de existir y el avión intercontinental termina despegando con la misma simplicidad con la que cualquier persona se sube en su propio automóvil.

 
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