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El Club Montisonense de Montaña cumplía con su tradicional Belén Montañero al Pico Buñero

El Club Montisonense de Montaña cumplía con una tradición que llevan realizando desde que se constituyó el club, cada fin de año: el Belén Montañero al Pico Buñero, Escalada en la Zona del Alpargatero, y la comida de hermandad de todos los socios y amigos en la Ermita de La Carrodilla. 

Como es habitual, el grupo de senderistas salía desde esta soleada atalaya siguiendo la senda señalizada hacia el Forau del Cocho; una especie de covacho donde podían observar diversas pinturas de arte rupestre, pertenecientes al ciclo esquemático del neolítico (edad de piedra) en transición a la edad de hierro (hace unos 3.000 años).

Después de esta interesante visita cultural, volvían atrás unos 100 metros para ascender al pico por un camino recientemente recuperado: la antigua senda al pico Buñero que transita primero por dentro de un barranco y después sorteando el carrascal.

En una hora, los montañeros del Club conseguían llegar a la cima. A ellos se unían poco después un par de personas de la sección de BTT, que llegaban desde Monzón pedaleando. Fue un momento agradable, ya que desde la modesta altura se podía contemplar el Pirineo en toda su extensión. También aprovechaban para comerse un pequeño bocadillo y hacer la foto de grupo junto al vértice geodésico.

Hecho el descansillo, tomaban la pista que desciende en dirección a Calasanz, y recorrían las laderas de la sierra en busca de otro camino que terminara de cerrar el círculo por el sur de la sierra hasta la Ermita de la Carrodilla.

Mientras recorrían las sendas de la sierra, disfrutaban de la conocida Zona del Alpargatero. Una losa que se eleva mirando al sur y que permite escalar unas bonitas vías, en manga corta y mirando al mar de nubes que se aferra al fondo del valle del Cinca.

En total, cerca de 30 personas, contando acompañantes y familia, pasaban la mañana subiendo y bajando los diferentes itinerarios, apreciando la diferencia del rocodromo a la roca natural, del tacto de la resina a la piedra caliza. Para algunos, era la primera vez que escalaban en roca. 

Al final de la jornada, unos 60 socios y amigos celebraban la comida de hermandad, pasando una muy agradable y soleada tarde que despedían con una puesta de sol y un mar de nubes que hacía el deleite de los amantes de la fotografía.

 
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