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Dos atletas de Mayencos hicieron a título particular el recorrido del Ironman de Los Monegros

Este fin de semana se iba a disputar el primer Ironman de Aragón, pero finalmente quedaba suspendido. Eso no impidió que dos atletas del Club Mayencos de Jaca, Héctor Carrión y Luis Escalante quisieron aprovechar los meses de preparación e hicieron los 3,8 kilómetros nadando, 180 en bicicleta, y 42 corriendo. Héctor, tras 12 horas y 18 minutos, y Luis, con 13 horas y media, se convertían en “Finisher” de este triatlón tan especial. Por desgracia, no se trataba del Monegrosman 226, pero en Mayencos y en todo el triatlón aragonés, se mantiene la certeza que el primer Ironman de Aragón no tardará en llegar, confiando en que será Monegrosman Series, de la mano de su director Javier Solanas, quien lo sacará adelante.

Héctor Carrión, tinerfeño residente en Cádiz, pasó unos meses en Jaca por motivos de trabajo. Se enamoró de la montaña y como también practicaba triatlón, recaló en el Club Pirineísta Mayencos. Se hizo socio y se federó con el club jacetano. Su profesión le llevó de regreso a Cádiz, pero permaneció fiel a Mayencos. Algo encontró que le impedía cambiarse a otro club de su tierra de adopción, lo que seguramente le habría facilitado algunas cosas. En estos más de 10 años ha paseado el nombre de Mayencos y de Jaca por triatlones y otras carreras de toda España. Ha sido “Finisher” dos veces en el Ironman de Lanzarote, una en el de Niza y otra más en el Iberman de Huelva. Su mejor tiempo, 10 horas 45 minutos en Lanzarote, prueba que por sus condiciones de calor y viento, unidas a la orografía de la isla, convierten a este triatlón en uno de los más duros del mundo.

El madrileño Luis Escalante también se vio atraído por la montaña, empezó a hacer esquí de fondo y contactó con Mayencos. Hizo sus pinitos en el triatlón, primero en la modalidad de invierno, y tras ver el ambiente del Club en los entrenamientos del grupo y en los viajes a alguna carrera, se unió a ellos. Tras ir cumpliendo etapas en este deporte, en 2013 acaba su primer triatlón en distancia Ironman en San Juan de Luz, donde hizo un tiempo de 12 horas y 24 minutos.

Tras confirmar que dos Mayencos iban a afrontar el reto, se decidió elegir el Embalse de La Sotonera, que en los últimos años se ha convertido para muchos aragoneses en el escenario de entrenamientos ideal, para realizar la natación y dar comienzo al ciclismo. El Embalse está fuera de la Comarca de los Monegros, pero parte del ciclismo y la carrera a pie se iban a seguir haciendo en tierras monegrinas. Para el recorrido del segundo segmento se diseñó un circuito inicial de 70 km al que se darían dos vueltas y que, teniendo como puntos inicial y final La Sotonera, pasaría por las localidades de Ayerbe, Loarre, Bolea, Esquedas y Lupiñén. Para realizar la carrera a pie se había decidido elegir como base la localidad de Torralba de Aragón, donde tiene su residencia uno de los triatletas de Mayencos. Así que para completar el segmento de ciclismo con los 40 kilómetros que faltaban, se buscó un trazado por Almudévar, antigua N-330 y Tardienta que les llevara a Torralba. En total 180 km por carreteras con muy poco tráfico, en buen estado, por un recorrido espectacular, un entorno ideal para organizar un triatlón. En Torralba se diseñó un circuito de 4’5 km, que recorría los caminos del Canal de Monegros y que permitía pasar en cada vuelta por el avituallamiento y una refrescante ducha. Tras dar nueve vueltas, se completarían los casi dos kilómetros restantes de la maratón en un bucle más corto.

Varios triatletas más de Mayencos iban a aprovechar para hacer un entrenamiento conjunto junto a los dos aventureros. Si bien se acompañó a los dos retadores en algunos momentos de la prueba, durante todo el segmento de ciclismo los dos aspirantes respetaron la norma de las pruebas de triatlón de larga distancia de “no drafting”, según la cual un triatleta no puede seguir la estela de otra bicicleta a menos de 10 metros. El reto del Ironman consiste en un esfuerzo individual y así se debía mantener para respetar toda su esencia. En cualquier caso, las diferencias de ritmo enseguida deshicieron los pocos grupos que se podían formar y los dos protagonistas rodaron en solitario.

Para todos fue una jornada especial. Aunque al final no había moqueta azul ni arco de meta, y tal vez faltara ese glamour de las grandes citas, las sensaciones no fueron muy diferentes a las que se sienten en una prueba oficial, tanto las que experimentaron los dos triatletas que afrontaron la empresa, como la emoción que sintieron todos los que les estuvieron apoyando durante tantas horas.

 
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