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La provincia de Huesca cuenta con 24 puestos de vigilancia de incendios

En la Comunidad Autónoma de Aragón, el 32% de los incendios ocurridos durante el verano son detectados por vigilantes de puestos fijos con el agravante de que la mayor parte de estos incendios son causados por rayos que caen en zonas de accesos complicados y poca población cuando no completamente desahitados. Durante la época de máximo riesgo se activan 80 puestos fijos de vigilancia situados de manera estratégica para dar cobertura a la mayor parte del territorio aragonés. La distribución provincial de estos puestos es la siguiente: 24 en Huesca, 20 en Zaragoza y 36 en Teruel. Este operativo y su personal viene a suponer al Gobierno de Aragón una inversión de 1.200.000 euros cada campaña.

Nuria Carrera es vigilante de uno de estos puestos, el de Puxilibro, a 1.486 metros de altura, cerca del castillo de Loarre. Afirma que “somos los ojos del operativo. Los primeros que vemos el fuego, los primeros que lo situamos y los primeros que avisamos”. Según la estructura de los puestos fijos, se distinguen tres tipos diferenciados: casetas, torres y refugios aunque todos ellos cuentan con el material necesario para el correcto desarrollo de sus funciones: brújula, regleta graduada y prismáticos brújula, además de un sistema de comunicación con el centro de operaciones provincial.

Los puestos de vigilancia son un elemento básico en la lucha contra incendios forestales y permiten que, tanto la detección como la comunicación de un incendio, se realice de forma rápida y eficaz. Los vigilantes transmiten la información de manera inmediata al Centro de Operaciones y se pone en marcha la actuación del operativo.

La detección de los incendios forestales comprende como acciones básicas descubrir indicios de fuego, localizar su situación geográfica y transmitir la información al centro de operaciones correspondiente, con el objetivo claro de transcurra el menor tiempo posible entre el inicio del incendio y su descubrimiento. Es importante para la actuación del operativo disponer de una completa información sobre la localización y las características del incendio y que la información se traslade con rapidez.

El contenido de la información que el vigilante trasmite al centro de operaciones en caso de incendio es, como mínimo, la localización del incendio, el tipo de vegetación afectada, tipo, comportamiento e intensidad del humo y condiciones meteorológicas de la zona.

Los puestos de vigilancia forman una red representativa de forma que, en la mayoría de las ocasiones, un humo puede ser visto por dos puestos distintos. En este caso, en los centros de operaciones, con la información obtenida y a través de la intersección de rumbos se obtiene el lugar exacto del incendio.

Ana Isabel Lanaspa es una de las vigilantes más veteranas. Lleva 20 años en el puesto de Arguís, un atalaya que le permite ver, en los días claros, La Hoya de Huesca, Sierra de Guara y hasta el Moncayo. Entiende que en este tiempo se ha mejorado mucho en cuanto a medios y que el año ha sido “muy tranquilo, con abundancia de precipitaciones, al menos en la zona bajo su control”.

Cada puesto fijo dispone de un vigilante que, además de detectar los fuegos o quemas que se producen y transmitir la alarma de forma inmediata, comunica varias veces al día novedades e incidencias al centro de operaciones del Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente correspondiente. La información que el vigilante aporta es la nubosidad de la zona, el viento, la precipitación acumulada y la visibilidad.

El horario de vigilancia depende de la época del año; del 16 de septiembre al 30 de abril la vigilancia cubre de 11 a 19 horas. En los meses estivales, del 1 de mayo al 15 de septiembre la vigilancia se prolonga desde las 11:30 hasta las 20:30 horas.

 
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