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El Silencio de Podemos frente al desacuerdo de los círculos en proceso de primarias

Miembros de la Lista Bases Podemos Aragón por unas primarias justas

Desde que los altos cargos de la organización que pretendía empoderar a la gente desde las bases decidieron suicidar el proyecto hace ya unas semanas, muchas han sido las voces críticas que se han levantado contra el sistema impuesto.

Un simple papelito dictando la forma en la que debían elegirse las personas representantes de ese cambio anhelado (e insuflado por ellos mismos) a la ciudadanía ha sido suficiente. En él, un claro viraje hacia la verticalidad clásica ya conocida y un control férreo de su líder, además, bloqueado por los mismos mecanismos que meses atrás se catalogaban de éxito de convocatoria y participación en una plaza madrileña mil veces mencionada.

Suponemos que no es fácil entender (pero sí desatender) lo que miles de personas, tanto de los círculos más pequeños, medianos o grandes, como de los consejos ciudadanos como incluso de dirigentes superiores en el partido, están reclamando: debate. Esa palabra a la que hace un tiempo no se le tenía miedo, al contrario, se engrandecía como una seña de identidad única e irrenunciable de esta organización. Una de las cosas que más se le han recriminado al actual presidente del Gobierno era su inmovilismo. En algo pues se empieza a parecer a esos a los que querían quitar de ahí.

Unas primarias no deben ser un mero trámite administrativo que dé estética a una organización que se considera democrática y democratizadora. Dar ejemplo, eso que se les pedía a los alcaldes de unidades populares surgidos de la movilización social y que sí han conseguido aglutinar distintas sensibilidades, significa ir más allá. Significa realizar unas primarias realmente ilusionantes e incluyentes para poder presentarse en noviembre con opciones reales de ganar y poder por lo tanto iniciar el cambio. Es por esto que el sistema propuesto no cumple con esa segunda función, a la vista de las innumerables críticas suscitadas y hechas públicas en diferentes rincones del país, es decir, no ilusionan, no suman y por lo tanto no sirven para ganar.

Aunque parezca mentira, aún estamos a tiempo de hablar. De hablar de verdad, con respeto no sólo a las opiniones diferentes sino incluso contrarias, y sobre todo, respetando la soberanía popular, a la que se le debe dar opción a elegir también el método de elección. ¿Hablamos?

 
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