Economía y negocios

El Producto Interior Bruto aragonés creció un 0,9% en el segundo trimestre de 2015

La economía española siguió acelerando su crecimiento en el segundo trimestre de 2015, con una valoración positiva del PIB del 1% en términos intertrimestrales, dato una décima superior al registrado en el primer trimestre del año. En términos interanuales, el crecimiento fue del 3,1%, frente a la tasa de variación positiva del 2,7% experimentada en los primeros tres meses del año, lo que supone el mejor ritmo de avance desde el cuarto trimestre de 2007. La economía aragonesa aceleró su crecimiento en términos trimestrales y anuales, con un 0,9%, que fue ligeramente inferior al alcanzado por la media española, pero superior al logrado por la media de la Zona Euro, que se situó en un 0,4%. De esta forma, la economía aragonesa encadenaba ocho trimestres consecutivos con tasas de crecimiento positivo.

La demanda interna continuó creciendo a buen ritmo en la Comunidad Autónoma, tanto en consumo como en inversión de bienes de equipo, mostrando un avance destacado en su evolución.

Respecto al mismo trimestre del año anterior, el PIB de Aragón aumentó un 2,8% frente al 2,3% del trimestre precedente, también por debajo de las cifras registradas por el conjunto de España, pero superior igualmente al alcanzado por el conjunto de países de la Zona Euro (1,5%).

En suma, Aragón aceleró el ritmo de actividad en el segundo trimestre de 2015, y sigue presentando unos sólidos fundamentos para afianzar la recuperación generalizada de la Comunidad Autónoma. Dados los últimos datos relativos a la marcha del PIB en Aragón y los indicadores parciales disponibles hasta el momento, se prevé que el PIB mantenga la senda de la primera mitad del año, lo que le llevaría a alcanzar un crecimiento medio en torno al 3,2% en el conjunto de 2015.

Hay que recordar que la economía mundial prolongaba en el segundo trimestre de 2015 las tendencias generales de los trimestres recientes, basadas en una ligera aceleración de la actividad en las economías desarrolladas, cuyo perfil, en cualquier caso, era de una expansión modesta, mientras las emergentes seguían creciendo con mayor dinamismo pero desacelerando. Las tasas de inflación eran en general contenidas, en buena medida debido a los precios de las materias primas, mientras el empleo crecía de forma acorde con la evolución de la producción. Todo ello, en un marco de políticas monetarias acomodaticias y políticas fiscales relativamente relajadas. No obstante, aseguran los expertos, el panorama continuaba siendo muy desigual entre áreas y países.

 
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