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Fernando Callizo-Empresas para generar desarrollo

PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN DE EMPRESARIOS DE ARAGÓN (CREA)

2015 ha sido un año positivo para la economía aragonesa. En línea con el conjunto de España, se ha consolidando la senda de recuperación que ha llevado a enlazar nueve trimestres de crecimientos interanuales del PIB regional y a cerrar el tercero de este año con un incremento del 3,2%, inédito desde 2007.

Una evolución que se ha cimentado principalmente sobre la demanda interna, con aumento del consumo privado y la inversión en maquinaria y bienes de equipo. Y este hecho es especialmente relevante. Por una parte, porque refleja el repunte de la actividad y la confianza empresarial, indispensable para que las empresas se decidan a renovar o actualizar equipos. Por otra, porque muestra la también mayor confianza de los consumidores, es decir los ciudadanos, y la mejoría progresiva del mercado laboral.

El paro ha acelerado su descenso en este 2015, el número de trabajadores crece interanualmente de forma sostenida tras cinco años de caídas y el empleo indefinido gana peso sobre el temporal con un ratio que actualmente se sitúa en el 77%-23% frente al 72%-28% previo a la crisis. A ello contribuyen decisivamente las empresas, que sustentan el 82,3% de los empleos de la Comunidad Autónoma y habían generado 23.400 nuevos puestos de trabajo hasta el pasado septiembre (último dato de la Encuesta de Población Activa) respecto al año anterior. Empresas que, además, en Aragón han aumentado su número en este año, con 322 más cotizando en noviembre a la Seguridad Social en Aragón que en 2014 y cuya actividad ha crecido en todos los sectores, con el liderazgo de la Industria.

Ahora bien, ¿significa esto que podemos dar la batalla por ganada o que la economía, las empresas y el empleo van a seguir esta progresión positiva por sí mismas sea cual sea el entorno de que les dotemos? Rotundamente no.

Hemos dado varios pasos de gigante y mejorado de forma más que notable, entre todos y con muchos esfuerzos. Pero continúan las dificultades para las todavía demasiadas personas que están en desempleo o sin lograr el trabajo al que aspiran, para muchas empresas con pérdidas, con problemas de liquidez y morosidad, o pedidos todavía inestables, para un tejido productivo que, pese a estar creciendo de nuevo aún cuenta con unas 6.000 empresas menos que a finales de 2007.

No es momento, por tanto, de bajar la guardia ni el impulso reformista y sí de entender que apoyar a las empresas, su competitividad y productividad, es trabajar por el empleo y el desarrollo socioeconómico en su conjunto, incluidos los ingresos públicos de los que, en forma de impuestos, dependen las Administraciones y los servicios del Estado del Bienestar. Con esa premisa, el objetivo a lograr resulta claro: generar el mejor entorno posible para la actividad de las empresas dentro de los parámetros de un país desarrollado, con libertad de mercado y con criterios de responsabilidad y sostenibilidad.

Y esto pasa obligatoriamente por reducir duplicidades, trabas y distorsiones del mercado interior por la normativa de las distintas Administraciones, por minorar costes empresariales como los energéticos o las cotizaciones sociales, por una mantener una fiscalidad adecuada, en la que el aumento de ingresos venga del crecimiento de la actividad económica, y con ella del empleo, no de elevar la presión fiscal con el riesgo de ahogar la reactivación. Implica apoyar a nuestras empresas, pymes en más de un 99%, para incrementar su intensidad innovadora y su internacionalización, que crece constantemente en los últimos años y nos sitúa como una de las comunidades autónomas con mayor incremento de las exportaciones, pero todavía tiene amplio margen de mejora. Supone, en suma, trabajar para que Aragón, y España, sean un territorio donde cada vez resulte más atractivo invertir y generar actividad, donde las empresas tengan facilidades para crearse y, más aún, para crecer y generar más riqueza. Un lugar con garantías de estabilidad, en el que las reglas del juego estén claras y nadie tema que se cambien a mitad de partido, aun con las lógicas y positivas diferencias de criterio que deben existir en cualquier sociedad viva y plural.

La formación del nuevo Gobierno tras las elecciones de día 20 es una excelente ocasión para lanzar ese mensaje de cohesión, responsabilidad y estabilidad a los actores económicos y a los propios ciudadanos, que lo han exigido con sus votos.

Veremos.

 
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