Sociedad
el análisis

La pugna por la hegemonía

Manuel Mostaza Barrios*<br>

Lo que se discernía la semana pasada en la moción de censura presentada por Vox era, en realidad, el liderazgo simbólico de la oposición en ese espacio político que va desde el centro hasta la derecha. El voto en contra del Partido Popular, sumado a la claridad con la que Pablo Casado marcó distancias con los de Santiago Abascal ha originado que, a la hora de valorar la actuación de los líderes, sean los votantes de Vox los que peor valoren al líder popular, por debajo incluso de la valoración que le otorgan los votantes de Unidas Podemos.

Ante este posicionamiento del Partido Popular, no es extraño que la valoración que merece la moción sea negativa o indiferente para la gran mayoría de los votantes ubicados en el centro y en el centro derecha. Solo en el caso de los votantes ubicados más a la derecha esta valoración es vista de manera mayoritaria como positiva. En este sentido, hay un consenso general entre el conjunto de votantes al considerar que Vox no ha sido el partido más beneficiado por la moción. De hecho, casi dos de cada tres votantes creen que la moción ha perjudicado a la formación derechista.

La gran incógnita con la que se llegaba a la moción era conocer cuál era el sentido del voto del grupo popular: dos de cada tres votantes de la formación liderada por Casado están de acuerdo en haber votado No a hacer presidente a Santiago Abascal, casi idéntico porcentaje el de los votantes de Vox que, a la inversa, consideran que debieron haber apoyado la moción. Es revelador que entre los votantes que se ubican en el centro o el centro derecha -donde están la mayor parte de los votantes potenciales del PP- sea mayoritario este apoyo a la abstención decidido por el presidente del partido. Algo similar, por cierto, ocurre con el voto en contra de Ciudadanos, que también es apoyado por una gran mayoría de sus votantes.

De fondo, y más allá de la moción, continúa la mala valoración del gobierno de Pedro Sánchez en la gestión de la pandemia, una mala valoración que explica la cercanía entre un PSOE estancado y la recuperación que parece ir consolidando del Partido Popular. Y un recuerdo tributario para finalizar: dos de cada tres españoles están en contra de aplicar, en un momento como este, subidas de impuestos, siendo abrumador el rechazo a gravar cosas como la sanidad o la educación privada. En la campaña electoral de 1992, James Carville, asesor del entonces candidato Bill Clinton, pegó un cartel con la expresión "Es la economía, estúpido" en la oficina de campaña para recordar al equipo demócrata la importancia de la materia en aquellos comicios. Harían bien los partidos, en medio de esta campaña permanente en la que vivimos, en tener presente esa frase.

*Manuel Mostaza Barrios es politólogo y Director de Asuntos Públicos de ATREVIA

 
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