Los pueblos ‘fallaires’ se preparan para celebrar el solsticio de verano sin fuego

San Juan marca el inicio del verano, una festividad que en 63 pueblos de Francia, Andorra y España, y entre ellos, 9 aragoneses, se transforma en fuego, muestra de ello son, en Ribagorza, las fallas de Bonansa, Laspaúles, Montanuy o Sahún. Este año, la situación, a consecuencia de la covid-19, se lleva también por delante una celebración ancestral que ni siquiera los más viejos del lugar recuerdan un motivo por el que, en alguna ocasión, las fallas, se hubieran tenido que suspender. Los ‘fallaires’ ribagorzanos se preparan pues para vivir un San Juan en el que no habrá faros ni fallas ni espirales de fuego.

Las primeras fallas que se hubieran bajado hubieran sido, este próximo fin de semana, las de Bonansa, donde, desde que se recuperaron, se suelen celebrar el sábado más cercano a San Juan.

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Laspaúles fue el primer pueblo ‘fallaire’ que anunció la suspensión de esta fiesta que no se ha suspendido nunca, ni siquiera algún año en el que apenas ha habido gente para bajar las fallas. Raquel Alegrete, técnico de cultura del Ayuntamiento, recordaba una edición en la que sólo participaron cinco ‘fallaires’.

En el municipio de Montanuy son cinco los pueblos que, este año, no encenderán las fallas. Aneto, Montanuy y Castanesa, Chinast, donde se recuperaron hace algunos años y Noales que el año pasado inició la recuperación de esta tradición con un ‘faro’ en la plaza. La alcaldesa Esther Cereza calificaba como un hecho ‘excepcional’ la no celebración de las fallas.

Sahún ha suspendido no solo las fallas, que se iban a ‘bajar’ el día 22, sino también las fiestas en honor a San Juan. El alcalde José Luis Rufat no recordaba algún año en el que no se hayan celebrado pero indicaba que hay que ser responsable y pensar que no es el momento para plantear ningún tipo de celebración que pueda reunir a centenares de personas.

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En algunos municipios no se descarta poder llevar a cabo algún acto simbólico, simplemente, a modo de recuerdo, de una práctica ancestral cuyo origen se desconoce, aunque hay documentación escrita que apunta al año 1759. El "faro", una luz visible desde lejos, y la 'falla' o antorcha, son los elementos comunes y básicos de esta fiesta aunque, en casi todos los municipios, esta tradición consta también de una particularidad.

En el año 2015, las Fallas del Pirineo fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y, desde entonces, se ha incrementado el interés y el número de visitantes que, cada año, visitan, en estas fechas, los pueblos ‘fallaires’.

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