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Sallent de Gállego recuerda a Ángel Ojer Buil, víctima del holocausto

Una placa conmemorativa recuerda su persona y su fallecimiento, en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen

El pasado sábado 16 de octubre la familia de Ángel Ojer Buil descubrió un adoquín conmemorativo en Sallent de Gállego. Allí nació, en 1920, este vecino de la localidad que murió, en 1942, en el campo de concentración nazi de Gusen, junto al de Mauthausen.

Su familia realizó esta petición en su localidad de nacimiento y residencia de su familia, tal y como acredita su partida de nacimiento. El pleno del Ayuntamiento de Sallent de Gállego de fecha 28/11/2019 aprobó por unanimidad la colocación del mismo, pero debido a las restricciones impuestas por la pandemia el acto no ha podido llevarse a cabo hasta el pasado día 16 de octubre, con la asistencia de los familiares directos del homenajeado, siendo recibidos por la Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Sallent de Gállego, Dª Teresa Urieta Rodríguez. En el acto se descubrió el adoquín conmemorativo instalado en la entrada de la Casa Consistorial de Sallent de Gállego. Se trata de la placa “Stolpersteine", el tipo de recuerdo que se coloca según iniciativa europea en memoria de víctimas del holocausto.

Teresa Urieta explica que aunque este hombre vivió pocos años en la localidad, vieron con buenos ojos este homenaje. “Nació aquí, y era una oportunidad de no olvidar estos hechos tan tristes. Se acercaron unos 40 familiares y fue un encuentro muy emotivo para ellos”.

Según recogió el Diario de Navarra en un reportaje dedicado a las víctimas navarras del Holocausto , su hermano, Eugenio Ojer Buil, explicó que cuando estalló la guerra civil española, Ángel Ojer Buil era un joven de 18 años sin especiales inclinaciones políticas. «Estaba estudiando el código morse para entrar en Telégrafos», cuenta Eugenio Ojer, que en mayo de 2005 tenía 79 años y vivía en Huarte, pero que entonces sumaba diez y seguía con admiración y cierta complicidad las andanzas de su hermano mayor.

La familia procedía de Eslava, pero el trabajo de carabinero del padre les había movido por casi toda la geografía española.

El 18 de julio de 1936 les sorprendió en Alins, un pueblecito del Pirineo próximo a Andorra. Ángel fue movilizado y acabó llevando su uniforme republicano a las mismas trincheras donde sus primos lucían el atavío del ejército nacional. Después de la batalla del Ebro logró pasar a Francia y ante la alternativa de «dedicarse a criar piojos en un campo de concentración», prefirió alistarse en la Legión Extranjera [01], «donde al menos les daban comida y un fusil», según recuerda su hermano Eugenio. Durante un tiempo envío a casa unas cartas escritas a lápiz y manchadas con el líquido que vertían sobre ellas en Correos para ver si escondían algún mensaje escrito en tinta invisible. Las cartas dejaron de llegar en 1942. La familia escribió a Radio Vaticano y a la Cruz Roja Internacional preguntando por él. La respuesta les llegó en francés desde la Cruz Roja: Ángel había muerto en el campo de Gusen «sin dejar ninguna pertenencia». «¿Qué iba a dejar?», se pregunta Eugenio, que no ha querido visitar el campo de concentración donde falleció su hermano. «Se me deprime el alma con sólo pensar que unos seres humanos pudieran hacer todo aquello a otros», dice.

 
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